La presidenta de Brasil Dilma Rousseff, que busca la reelección en octubre, dijo este viernes que la función de la prensa es difundir informaciones y no hacer investigaciones, luego que pruebas sobre una red de corrupción en Petrobras se filtraron a los medios.
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“No es función de la prensa hacer investigaciones y sí difundir informaciones. Ahora nadie dice si la información es correcta, no prejuzgo, pero tampoco hago lo otra, no comprometo pruebas”, lanzó la mandataria en Brasilia, tras informar que pedirá a la Corte Suprema que le de acceso al testimonio del exdirectivo Paulo Roberto Costa sobre un supuesto esquema de coimas por contratos que benefició a decenas de legisladores.
“Pediré al magistrado Teori [Zavascki de la Corte Suprema] la misma cosa. Quiero ser informada si alguien del gobierno está involucrado porque no le doy a la revista Veja y a ningún medio de prensa el estatus que tiene la Policía Federal, el Ministerio Público o el Supremo”, dijo la mandataria en Brasilia, citada por medios de prensa.
Fue Veja, de línea opositora, la que reveló el nuevo escándalo en Petrobras, citando la supuesta declaración Costa a la PF, preso por integrar una red de lavado de dinero y que busca reducir su pena.
“No es posible que la revista Veja sepa de una cosa y el gobierno no sepa quien está involucrado. Pedí [el testimonio] primero para la PF y me dice ‘no se lo puedo entregar, la investigación está en curso’ y que se lo pida al MP. Y el MP me dice la misma cosa, que si me dice algo, contamina las pruebas”, protestó la mandataria.
Entre los beneficiados por este esquema estaría el presidente del Senado, Renán Calheiros, de la Cámara de Diputados, Henrique Alves, y el ministro de Minas y Energía, Edison Lobao.
“Cuando sale una denuncia en Veja o en cualquier otro diario no tomo medidas porque soy la presidenta de la República, no tomo medidas basado en lo que se dice por ahí”, siguió Rousseff.
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La televisión Globo informó el jueves que Costa habría confesado que recibió un soborno de 1,5 millones de reales (unos 634.300 dólares) por el negocio de una refinería en Estados Unidos, que le terminó costando 1.200 millones de dólares.
Costa se negó a hablar este miércoles ante una comisión del Congreso brasileño, que investiga casos de corrupción en la petrolera.