Las ejecuciones públicas de civiles, así como las amputaciones y los latigazos, se han convertido en un “espectáculo habitual” los viernes en las zonas de Siria controladas por los yihadistas del Estado Islámico (EI), denunció hoy una comisión de investigación de la ONU en un informe.
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El informe detalla los horrores perpetrados por el EI, pero también las matanzas y atrocidades de otros grupos, además de las propias fuerzas gubernamentales.
“Ya hemos dicho cuatro veces a los 15 miembros del Consejo de Seguridad (de la ONU): ‘Ustedes son responsables de la impunidad que reina en Siria’” declaró a la prensa el presidente de la comisión de investigación, Paulo Pinheiro.
“Las ejecuciones en espacios públicos se han convertido en un espectáculo habitual los viernes en Raqa [bastión del EI en Siria] y en las zonas de la provincia de Alepo controladas por el Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL)”, indica en su informe la comisión.
Incitan el terror
Las ejecuciones sumarias tienen el objetivo de “instilar el terror en la población”, y garantizar la sumisión de ésta, añade el informe.
Según el informe, los yihadistas animan e incluso obligan a veces a la población a asistir a esas ejecuciones. La mayoría de las víctimas son hombres, aunque también han sido ejecutados muchachos de entre 15 y 17 años y mujeres.
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La comisión redactora del informe había recibido un mandato del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar y dar cuenta de todas las violaciones del derecho internacional relativo a los derechos humanos en Siria.
En el texto, los investigadores acusan de nuevo al gobierno de Damasco de cometer crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.
Sospecha por explosivos
La comisión sospecha que el gobierno lanzó barriles de explosivos con cloro en Kafr Zeita, Al Tamana y Tal Minnis, en el oeste del país.
“Hay motivos razonables para pensar que se han utilizado armas químicas, probablemente cloro”, ocho veces en un periodo de 10 diez días en el mes de abril, informó la comisión.
El régimen del presidente sirio Bashar Al Asad y los rebeldes se acusan mutuamente de utilizar agentes químicos, entre ellos el cloro, desde el inicio de este sangriento conflicto, en marzo de 2011.