Fernán Altuve es regidor en la actual administración municipal de Lima, aunque él aclara que es ‘de oposición’. Abogado especialista en Derecho Romano y constitucionalista, es conocido popularmente como ‘Huevoduro’, un apodo que no le molesta pues asegura que eso lo acerca a la gente.
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¿Es posible solucionar la inseguridad ciudadana desde la municipalidad? Hay que diferenciar lo que se quiere y lo que se puede. Yo puedo plantear el paraíso terrenal, pero mis competencias no me permitirán hacerlo porque la seguridad es una competencia de carácter nacional. Los municipios solamente podemos tener una política de prevención de la inseguridad o podemos ser una plataforma de ayuda de apoyo logístico a la seguridad de la policía en el distrito.
¿Cuál será su primera medida al respecto? Establecer una autoridad que coordine la seguridad privada, la seguridad comunal y la seguridad pública. Tiene que haber una central de comunicación e interrelación, donde la seguridad privada pueda alertar, el serenazgo pueda dar toda la información más allá de lo que haya hecho la vigilancia privada y la policía se dedique a lo operativo. Pero si la policía se dedica a hacer las tres cosas, entonces no puede cumplir su función exclusiva que es la intervención rápida hacia la delincuencia.
Pero esa medida no parece ser suficiente… También queremos pedirle al Poder Judicial y al Ministerio Público que apliquen lo que está en la ley. Que en las comisarías se establezcan juzgados de paz para juzgamiento en caliente de los delincuentes de bagatela, de delitos menores y faltas que ocurren en el día. No que los detengan, les tomen la declaración y los manden a su casa. Casos de acoso a mujeres, a menores, robos de celulares, de carteras, de billeteras, todo eso puede tener una resolución y una sanción antes de que se vayan. ¿Por qué no están los jueces y los fiscales esperando que entren los delincuentes en las comisarías?
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¿No sería muy complicado implementar todo esto? La ley ya se dio en el 2004 y hubo un plan piloto en años posteriores en el distrito de Independencia. El plan piloto funcionó, pero no se ha aplicado en el resto de la ciudad. Tenemos 127 comisarías. No digo que tengamos 127 jueces de paz, pero podemos tener alrededor de 90. No necesitamos una reforma legal. Podemos disponer del 20% del Fondo de Compensación Municipal (Foncomun) para esta propuesta de seguridad. Eso sería una señal muy poderosa contra el delito.
Los delincuentes pueden vender fácilmente lo que roban. ¿Por qué no clausurar esos locales? Esa es una responsabilidad policial, no municipal. Yo quisiera cerrarlo, pero cómo cierro algo que depende del delito. Y quien define el delito es la policía. La ley no me faculta. Al día siguiente de que yo tome una medida de seguridad fuera de mis competencias me van a denunciar, porque me estoy atribuyendo facultades que la ley no me concede. No puedo hacer eso.
¿Y el comercio informal? ¿Tampoco se puede hacer nada contra él? Después de cuatro años, el Centro de Lima es un lugar donde se ha perdido el esfuerzo que se hizo durante años para convertirlo en un centro atractivo, de turistas y un lugar vistoso de la ciudad y que traiga inversiones. Ha sido tomado por el comercio informal. Debe haber lugares y espacios donde el comercio ambulatorio regular funcione. Pero no competir deslealmente con los que tienen un comercio formal. Quienes no tengan algún tipo de licencia, que se formalicen. Y aquellos que no se puedan formalizar, simplemente se pone orden y no se les deja participar.
Hablemos de la otra gran preocupación de los limeños: el transporte Tenemos una ciudad infartada. El flujo vehicular es mucho mayor que la capacidad de las vías para poder sostenerlo. Lo que tenemos que hacer es escalonar el flujo dentro de las vías que tenemos. Lo principal es el transporte de trabajadores y estudiantes. Entre las 6 y las 9 a.m. y entre las 6 y 9 p.m. se concentra la mayor cantidad de estos viajes. Ese flujo tiene que ser privilegiado. El transporte pesado e interprovincial tiene que trasladarse en otros horarios.
Es una buena medida, pero no es una solución Es cierto, es un paliativo hasta que podamos identificar cuáles son los cuellos de botella que están haciendo colapsar el tránsito. Pero para ello necesito intervenir las calles y eso requiere expedientes técnicos, que hoy no existen. No puedo decirle a la gente que aguante el tráfico dos años mientras hacemos los cambios. Lima necesita varios by-pass, ampliar las avenidas. Y, sobre todo, más puentes.
¿Por qué poner énfasis en los puentes? Los puentes de la Vía Expresa, salvo dos nuevos que se han hecho, son los mismos que se tenían en el año 69, cuando la ciudad tenía 1 millón 200 mil habitantes. Hoy día se trasladan por allí 8 millones de habitantes. Por eso los vehículos tienen que concentrarse para pasar en determinados lugares. Y lo tiene que hacer también en la Vía de Evitamiento. ¿Cuántos pasos hay de un lado de la Vía de Evitamiento al otro? Primavera, el Derby, Javier Prado, la Carretera Central. 5 o 6 en total. Eso no puede pasar. Obviamente en las mañanas, en horas punta, todo el tráfico se concentra y nadie puede pasar. Tenemos que ampliar los puentes de infraestructura pública.
No es la primera vez que recalca la importancia de la ‘infraestructura pública’. ¿Por qué? Durante estos cuatro años de gestión no se puede negar que se han promovido proyectos de inversión con asociaciones público-privadas. Jamás se me va a ocurrir decir que la inversión privada no es positiva. Pero el problema es que genera que Lima se llene de peajes. Le pongo un ejemplo: un taxista que sale de San Juan de Miraflores y quiere llegar al aeropuerto. Va a pasar por tres peajes de ida y tres de vuelta. Va a llegar un momento que no podrá pagar los peajes y va a tener que salirse de la vía rápida para ir a colapsar las calles. Si no existe un sistema integrado de peajes, a la larga no se va a poder sostener este modelo. Por eso, si la gente ya está pagando impuestos, hay que privilegiar la infraestructura pública.
¿Qué otra medida necesita Lima con urgencia? Quisiera recalcar la importancia de la salud pública y su principal eje: el agua. Lima es una ciudad con aguas contaminadas. Sus tres cuencas de agua: el río Rímac, el río Lurín y el río Chillón son unos mugreros y unos basureros. Eso es porque no hay una autoridad interdistrital que se ocupe de la salud del río, de la calidad del agua. Lima es la única gran ciudad del mundo que le da la espalda a su río. Tenemos que crear grandes bosques alrededor del río. Esto será un colchón ecológico.
Y además un millón de limeños ni siquiera cuentan con agua potable El 40% del agua tratada de Sedapal se pierde. Porque las cañerías son viejas y es un sistema ineficiente. Con solo una mejor gestión de Sedapal se podría reducir la pérdida del agua. Es una autoridad pública totalmente ineficiente. No digo que deba dejar de ser pública. Privatizar el agua en un desierto sería una locura. No me den Sedapal, pero déjenme tener un miembro en su mesa directiva que coordine. Si no tienen la fiscalización de la municipalidad hacen lo que se les da la gana. De esa manera, podríamos reducir la brecha de un millón de personas que pagan el agua más cara del mundo. Y son, justamente, la gente con menos recursos.
¿Qué lo diferencia de los otros candidatos? Creo que soy una persona que estoy preparada con un conocimiento absoluto, al detalle, después de cuatro años de participación como opositor de lo que ha ocurrido. Otros candidatos que tienen muchísimos méritos están comprometidos más con una visión distrital (de donde se han movido) no una visión general que sí tengo yo.