Decenas de personas murieron o resultaron heridas a cuchilladas en un “atentado terrorista” en la mayoritariamente musulmana región de Xinjiang, en el oeste de China, indicaron el martes medios oficiales.
PUBLICIDAD
“Una banda armada con cuchillos y hachas atacó una comisaría y oficinas del gobierno” en el distrito de Shache (Yarkand en uigur, idioma de la principal etnia de la región), según la policía local citada por la agencia Xinhua.
“Decenas de civiles uigures y hanes murieron o resultaron heridos”, cuando miembros del grupo armado irrumpieron luego en un municipio cercano, atacando a civiles y rompiendo automóviles, agregó la agencia, un día antes del fin del ramadán para los musulmanes de China.
“Agentes de la policía en el lugar abrieron fuego y mataron a decenas de miembros” del grupo, añadió Xinhua.
“La investigación inicial indicó que fue un ataque terrorista premeditado”, estimó la agencia.
Dilxat Raxit, portavoz del Congreso Mundial Uigur, una organización de defensa de los uigures con sede en Múnich (Alemania), indicó en un correo electrónico que más de 20 uigures murieron tras balearlos las fuerzas de seguridad, las cuales también hirieron a 10 uigures más.
Un total de 13 miembros de las fuerzas de seguridad chinas murieron o resultaron heridos, agregó, citando a una “fuente local”, y la policía detuvo a 67 personas.
PUBLICIDAD
La información relativa a Xinjiang suele ser difícil de verificar con fuentes independientes y es usual que los medios de comunicación oficiales difundan las noticias con retraso, especialmente cuando hubo enfrentamientos con la policía.
“Ataque contra el espíritu del ramadán”
En un comentario firmado, Xinhua afirmó que “se trata de un ataque contra el espíritu del ramadán”. “Los revoltosos cometieron una blasfemia contra el islam”, agregó.
Pekín culpa habitualmente a los separatistas de Xinjiang de perpetrar atentados que en el último año han tomado mayor amplitud y se han extendido más allá de la región.
Entre los que más han conmocionado está un ataque contra un mercado de la capital de Xinjiang, Urumqi, en el que murieron 39 personas en mayo, y un ataque con cuchillos a una estación ferroviaria en Kunming, en el suroeste de China en marzo, que dejó 29 muertos.
Los grupos de derechos humanos acusan al gobierno chino de represión cultural y religiosa que, aseguran, alimenta la inestabilidad en Xinjiang.
Pekín dice que ha estimulado el desarrollo económico en la zona y que defiende los derechos de las minorías en un país con 56 grupos étnicos reconocidos.
Más de ocho millones de uigures viven en Xinjiang, muchos de los cuales llevan décadas denunciando la represión a la que se consideran sometidos, así como a la inmigración masiva de los han, etnia mayoritaria en China, que, estiman, termina excluyendo a los uigures de la vida económica y de los puestos de trabajo.
Los han pasaron de ser el 6% de la población de Xinjiang al 40%, como consecuencia de una política impulsada por Pekín desde los años 1990.
A más de 3.000 km al noroeste de Pekín, en la antigua Ruta de la Seda, Xinjiang, una región de 1,66 millones de km2, ocupa la sexta parte del territorio chino.