Actualidad

Elliot Tupac: “Mi trabajo es la imagen fresca y contemporánea de lo que es ser peruano”

sxe67hd3r5gmblx5zuw26otvxe.jpg publimetro.pe

Por: Marcos Chumpitaz

PUBLICIDAD

¿Cómo nace tu inclinación por el arte? Creo que eso siempre estuvo conmigo, desde niño. Yo provengo de una familia muy ligada al arte, mis padres son artesanos y siempre estuvieron vinculados a la promoción cultural. Pese a ello, en un principio quisieron que estudiara otra cosa, era una época en la que el arte no era bien visto. ‘¿De qué vas a vivir?’, me decían. Por suerte, el tiempo me dio la razón.

Tu te apellidas Urcuhuaranga, ¿cuándo es que surge lo de Tupac? Tupac iba a ser mi nombre al nacer. Mi padre, cuando fue a inscribirme, le dijo al del registro que quería ponerme ese nombre, pero ahí lo desanimaron. El nombre estaba ligado a una ideología, a la violencia. Además, había mucha marginación a lo andino. Le dijeron a mi padre que la gente me iba a molestar por el nombre. Fue ahí que me puso Elliot, en honor a mi hermano que falleció al mes de nacer. Ya en 1998 yo reivindico el nombre de Tupac y firmo así mis trabajos.

¿Te molesta que le digan ‘chicha’ a tu arte? No, porque lo que yo hago es efectivamente una expresión chicha. En mi planteamiento de color hay una estética chicha y lo he trabajado así. El problema es que el término chicha ha sido mal usado y distorsionado. Desde los noventa, los medios amarillistas comenzaron a ligar esa palabra con lo marginal, lo mal hecho y lo informal. Por eso me cuido un poco cuando empleo el término. Lo que yo desarrollo es arte y gráfica popular, particularmente una gráfica y un estilo chicha.

¿Cómo definirías tu trabajo? Yo quiero enfocarme y rescatar la esencia y gráfica de color de lo popular, además del dibujo de letras, pero todo eso llevándolo al diseño. Todo lo que yo genero como idea o concepto viene seguido de un deseo e intento de trabajar el trazo de la forma más correcta y pulcra, es decir más profesional. Más allá de que mi arte tenga una esencia popular y muy peruana, este se elabora con una estética correcta, tiene sentido y equilibrio. Eso es lo que quiero que se vea y que así se juzgue.

Tú has hecho varios trabajos en publicidad… ¿Cuándo empiezas a acercarte a este mundo? En 1998 hubo un quiebre en mi vida. Después de varios años de trabajar con mi familia en el taller de carteles chicha, quise pasar a otro nivel. Sentía que la cartelería convencional no daba para más. Era una publicidad muy efímera. Yo quería ir más allá, por eso le propuse a mi padre vender este estilo a nuevos mercados. Sabía que en la publicidad se estaba formando un nicho dirigido a los estratos marginales. Fue ahí que empezamos a trabajar con las agencias. Hicimos campañas para varias marcas como Cristal y Movistar, y pegó. Le dimos otro espacio al cartel.

¿Cómo colaboraste con la cineasta Claudia Llosa? Eso fue gracias a Susana Torres, quien es directora de arte. En el 2004, ella vio uno de nuestros afiches en la Carretera Central y nos buscó. Ahí preguntó quién hacía los diseños, me presenté y me llamó a trabajar en la película Madeinusa para hacer parte de su desarrollo artístico, algunos rotulados y un mural. Ella notó que mi trabajo tenía un sentido artístico. Desde entonces, hubo mucho mayor interés y entusiasmo por el cartel chicha, incluso fuera del Perú. En el 2010, por ejemplo, la revista británica Creative Review me encargó hacer la portada de su edición de enero y de ahí vino una propuesta de Chile, donde participé de charlas, talleres y exposiciones.

¿Y cuándo fue que empezaste a hacer murales? Todo fue circunstancial. Mi llegada a Chile rebotó bastante en los medios peruanos y la gente empezó a ver más mi arte y lo que deseaba expresar. Gracias a eso, un grafitero colombiano me contactó y me propuso pintar por primera vez en la calle. Lo hice y me gustó.

¿Qué aprendiste con esa experiencia? La calle me dio algo que los medios nunca lograron: llegar a distintos públicos y diversas esferas. Es una expresión muy poderosa. Si bien yo tenía ya un espacio ganado en el rubro de la cartelería, la calle me dio un espacio nuevo. El ascenso en ese mundo fue rápido. Como la materia prima de mi trabajo es el diseño de letras, lo primero que pinté en un mural fue la frase: Cholo Soy. Era un tema lógico y consecuente. Me dije: ‘Voy a empezar reconociéndome como tal para seguir este proceso’. Y fue así. Luego surgieron las frases: ‘Perú, peruanízate’ y ‘Ser Peruano’. Posteriormente, quise que mi discurso tuviera un sentido más amplio y homogéneo, no tan localista. Me di cuenta de que las frases más genéricas tipo ‘Tejiendo esperanzas’ o el ‘Amor cura’ funcionan para muchas más cosas y sirven en diversos espacios.

¿Te consideras un artista perfeccionista? Sí. Para mí eso es básico. Si bien a nivel de estética a muchos les gusta el trabajo más ‘inocente’, yo soy muy afanoso para que mi trabajo salga bien. Los colores deben calzar bien, tiene que haber un equilibrio. Por alguna extraña razón, si noto un puntito casi imperceptivo en el trabajo, lo descarto. Para mis ojos, eso es un ruido y los ruidos me molestan. No van. Precisamente, una forma de reivindicar la estética chicha es con esa obsesión que tengo de perfeccionar el trabajo. Eso le permite tener muchos espacios.

¿Por qué gusta tanto tu trabajo en el extranjero? Creo que es por las letras y el color. Es algo distinto, único en su planteamiento. No hay algo similar en otro país. Si bien es la representación gráfica de lo que es un cartel chicha, esto tiene mi sello. Eso me ha permitido llegar a distintos públicos y ha trascendido espacios. Si esto fuera una simple anécdota o una moda, no seguiría.

¿Sientes que debes transmitir algo con tu arte? Mi mensaje es más romántico y hasta esperanzador. Yo no soy un artista confrontacional, mi idea no es generar conflictos. Me han propuesto hacer un arte urbano más activista, pero eso no es lo mío. Uno puede decir muchas cosas siendo más sutil. Eso ha funcionado, por eso sigo ganando adeptos y me buscan cada vez más por mi trabajo. Hoy en día, las serigrafías que hago están en muchas partes. Un amigo chileno me contó hace poco que vio uno de mis carteles en el baño de un hotel. La noticia me dio mucha risa, pero luego pensé: ‘Creo que está en un lugar privilegiado, la gente que está ahí dentro tiene tiempo para mirarlo bien’. (Risas).

¿Te imaginas en un futuro pintando óleos o haciendo esculturas? Sí, me gustaría hacer más cosas, pero todo con calma, como un tránsito natural, el tiempo no me preocupa. Tengo la suerte de que me siguen llamando y hasta puedo escoger cuándo quiero hacer un trabajo o no. Eso tiene que ver mucho con el trato del cliente. La gente cree que me hace un favor al tener una de mis piezas en su negocio o evento y a veces piensan que mi trabajo es para regalar y no lo valoran. Por suerte, yo no pienso en la inmediatez. Hace poco me ofrecieron un dinero importante por hacer una campaña publicitaria, pero lo descarté. Sentí que eso me iba a dar una popularidad efímera y nada más. Ese no es mi estilo. Yo tengo otra visión.

¿Qué cambios han traído las redes sociales para los artistas? Sin duda, son una buena herramienta de difusión. En mi caso, estoy más pendiente del Facebook, aunque muchos colegas y amigos artistas prefieren el Instagram. Hace unos días, postearon la imagen del grupo Aterciopelados junto a un mural que pinté en Bogotá. La foto se viralizó rápidamente y la subí a mi muro. En unas horas, ya tenía 250 nuevos seguidores de Colombia. La dinámica es muy interesante. Por ejemplo, yo no pensaba que tenía tantos seguidores en México. Cuando llegué allá en junio pasado, me sorprendí del gran público que seguía mi trabajo. Eso es gracias a las redes.

Para finalizar, una pregunta cliché… ¿Se puede vivir del arte en el Perú? Sí se puede, pero depende mucho de la actitud que uno le ponga. No comparto la idea de muchos artistas que piensan que esto no es una profesión, o que para ser un artista hay que tener cierta ‘onda’ o ‘vivir como se pueda’. No. La gente nunca va a valorar nuestro trabajo si no nos esforzamos. Creo que esa actitud se la debo a mi familia. Mis padres nunca trabajaron para una empresa, siempre fueron independientes. Y yo también lo soy. Eso te da un sentido amplio de responsabilidad, a que debes buscártelas tú mismo. Algo que también me ayuda mucho es que no soy un bohemio, no me gusta salir de noche, no fumo ni bebo. Me siento mucho mejor en casa y en espacios cerrados. Así estoy más tranquilo.

El editor invitado de Publimetro En años pasados, Publimetro invitó a diferentes personalidades a ser ‘editores por un día’ de nuestro periódico. Ellos decidían qué temas tratar, qué noticias destacar, a quiénes entrevistar… Por estas páginas pasaron Gianmarco, los embajadores de la Marca Perú, el tablista Gabriel Villarán y el músico Lucho Quequezana. Para este especial de Fiestas Patrias invitamos a Elliot Tupac, representante de un nuevo Perú creativo, emprendedor y trabajador, que conquista el mundo fiel a sus raíces.

El Perú en lo alto Para Elliot, su trabajo lleva consigo un mensaje social y una identidad peruana. • Nombre. Elliot Urcuhuaranga Cárdenas. Tiene 35 años y nació en Lima. Sus padres son de Huancayo.

• Inicios. Desde los 12 años colaboraba diseñando las letras en el taller de carteles chicha de su papá, Fortunato Urcuhuaranga.

• Universidad. Estudió dos años de Economía, pero luego se pasó a Comunicaciones (estudió cuatro años de carrera).

• Internacional. Ha participado en eventos y festivales de arte en Costa Rica, Miami, Argentina, Chile, México… Ha expuesto en la Universidad Diego Portales de Chile. Su trabajo ha sido parte de la campaña de la Marca Perú y del festival Mistura. Además, formó parte del festival Puma Urban Art y el año pasado diseño el póster oficial del Festival Lollapalooza Chile.

• Datos. Elliot tiene su tienda-taller en Jr. Ica 281 interior 214, un lindo lugar en el Centro de Lima. Más información en www.elliottupac.com. También lo puedes seguir en Facebook.

Tags


Lo Último