Con este fallo, el alto tribunal confirma una decisión en primera instancia de 2006 contra Jaret Hutchinson, un hombre originario de Nueva Escocia, en la costa atlántica, que había pretendido consolidar su relación de pareja provocando el embarazo de su compañera.
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El joven resolvió entonces perforar un preservativo para hacerlo permeable, según le confesó posteriormente a la mujer (cuya identidad no fue revelada por la justicia), que resultó embarazada.
La joven resolvió abortar e inició un juicio contra su pareja.
“El sabotaje del preservativo por el acusado constituye un fraude”, concluyeron por unanimidad los siete integrantes de la Corte.
“La demandante no había dado su consentimiento para tales actos (copular con el fin de procrear) por lo cual no otorgó su acuerdo para la actividad sexual en cuestión”, consideraron los magistrados, que confirmaron la condena del hombre por “agresión sexual”.
En primera instancia el acusado había sido sentenciado a 18 meses de prisión. La Corte Suprema debe aún fijar la pena definitiva.