Algunos miles de manifestantes, la mayoría vestidos de blanco, convergían cerca de Plaza Brión, en el este de Caracas, a la cual les impedía el acceso un cordón de tres filas de Policía Nacional, respaldado a unos 15 metros por un segundo cordón de unidades antimotines de la Guardia Nacional, comprobaron periodistas de la AFP.
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“Ni una sola marcha opositora va a entrar a territorio del municipio Libertador. No van a pasar. No está autorizada”, advirtió lel lunes el presidente de la Asamblea Nacional y número dos del chavismo, Diosdado Cabello
Tras dos semanas de protestas estudiantiles a las que se sumaron sectores de la oposición y que dejaron tres muertos y decenas de heridos, la manifestación pretende marchar desde el opositor sector de Chacao al Ministerio de Justicia, ubicado en Libertador, un feudo chavista.
“24.763 muertes violentas en 2013. Somos mas que sólo cifras” rezaba una de las pancartas de los estudiantes.
“Estamos expresando la frustración que sentimos, el país es un caos, no hay insumos en los hospitales, basta de inseguridad, quiero una Venezuela de progreso, donde me pueda quedar”, Satle Oviedo, 27 años, trabajadora de un hospital público.
Venezuela, una potencia petrolera, enfrenta una elevada inflación, escasez de productos básicos y altos niveles de inseguridad.
La marcha fue convocada por el líder opositor Leopoldo López sobre quien pesa una orden de captura bajo cargos de instigar actos violentos. López dijo el domingo en un video que encabezaría esa marcha y que personalmente entraría al Ministerio de Justicia a presentar un petitorio de la oposición y entregarse.
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El gobierno advirtió que la protesta carece de permiso y el presidente Nicolás Maduro ha dicho que las movilizaziones opositoras son un “golpe de Estado en desarrollo”.
A un kilómetro y medio de los opositores, varios miles de personas, muchas vestidas con los colores rojos del oficialismo, iniciaron por su parte una marcha hacia el palacio de gobierno en donde los recibiría Maduro.
La marcha es encabezada por el presidente de la petrolera estatal y vicepresidente económico, Rafael Ramírez, y fue anunciada el domingo por Maduro luego que se conociera el llamado de los opositores a manifestarse este martes.
El lunes opositores y oficialistas se reprocharon la temeridad de convocar dos marchas que podrían encontrarse. Venezuela es un país altamente polarizado que tiene todavía muy presente los hechos de abril de 2002, cuando una manifestación opositora derivó en un sangriento golpe de Estado que derrocó brevemente al entonces presidente Hugo Chávez.
“El estado es el primero que debe garantizar que esto se dé de la mejor manera”, replicó Carlos Vecchio, coordinador político de Voluntad Popular, cuyo líder Leopoldo López es el promotor de la marcha opositora.
Prófugo de la justicia
López, un joven economista educado en Harvard y con una dilatada carrera política, está oculto desde que el gobierno emitió la semana pasada una orden de captura por los desmanes del miércoles pasado, pero el domingo difundió un video en el que prometió entregarse a las autoridades durante la marcha.
“Si hay alguna decisión de ilegalmente meterme preso, pues allí estaré para asumir esa persecución”, dijo el líder de Voluntad Popular, cuya sede fue allanada este lunes.
Él y otros dirigentes impulsan bajo la consigna “La salida” la táctica de ocupar las calles para oponerse al gobierno de Maduro, electo en abril de 2013, y forzar un “cambio constitucional” pese a que no puede haber un referendo revocatorio del mandato presidencial hasta abril de 2016.
Aunque esta táctica ha generado posiciones encontradas en el seno de la coalición opositora que se formó en 2012 para derrotar a Hugo Chávez en octubre de ese año, su líder y excandidato presidencial, Henrique Capriles, aseguró que participará en la marcha.
“Podemos tener diferencias pero somos solidarios”, dijo a una radio local el gobernador de Miranda (norte), que sostiene “que las condiciones no están dadas” para “la salida” del gobierno de Maduro.
En la mira internacional
La tensión por las marchas estudiantiles que se suceden a diario en Caracas y otros puntos del país -la mayoría pacíficas, aunque algunas degeneraron de disturbios nocturnos— ha puesto de nuevo al país petrolero en el punto de mira de la comunidad internacional.
Varios gobernantes de la región han cerrado filas con Maduro, mientras organizaciones internacionales como Celac y Unasur y países como México y Panamá exhortaron a resolver las diferencias mediante el diálogo.
En un nuevo episodio en sus difíciles relaciones con Estados Unidos, Maduro anunció el domingo la expulsión de tres funcionarios consulares estadounidenses, a los que imputó por reunirse con universitarios, y acusó al país norteamericano de injerencia en los asuntos internos de Venezuela.
La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, calificó de “falsas y sin sustento” las acusaciones de Venezuela sobre Estados Unidos, su primer socio comercial.