Esta aeronave en miniatura y ultraliviana, con un peso de apenas 2,1 gramos, es el primer ingenio capaz de realizar un vuelo estacionario y de desplazarse en el aire batiendo alas en un movimiento que imita el nado de las medusas, según sus inventores.
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“Al principio buscábamos fabricar un robot insectoide como alternativa al helicóptero”, explicó a la AFP Leif Ristroph, quien trabaja en el laboratorio de matemáticas aplicadas de la universidad de Nueva York.
“Finalmente, logramos un resultado algo extraño: una medusa”, subrayó.
La medusa fascina desde siempre a los ingenieros por su manera de desplazarse, tan simple como eficaz, resultado de millones de años de evolución. Es algo sencillo, básicamente dos movimientos (contracciones) alternados de su cuerpo con forma de campana, lo que propulsa al animal por brincos sucesivos.
Los ingenieros norteamericanos lograron reproducir este movimiento para hacer volar a su robot con cuatro pequeñas alas de 8 centímetros de largo, con forma de pétalos de flor.
Un minúsculo motor conectado a un cigüeñal hace que el robot bata sus alas con una frecuencia de veinte veces por segundo.
Resultado: un “ornitóptero” que se mantiene en el aire con gran estabilidad sin necesidad de gastar energía para corregir su equilibrio.
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“Si se lo toca, él se estabiliza solo” sin ayuda, afirma Ristroph.
Para cambiar la dirección de su vuelo es suficiente hacer que bata una de sus alas más rápido que el resto.
Bastoncillos de fibra de carbono para la estructura, plástico liviano y transparente para las alas, todos los materiales necesarios para su fabricación están a disposición en cualquier tienda de aeromodelismo.
Además de la medusa, los investigadores también estudiaron los proyectos de los pioneros de la aeronáutica, quienes con sus máquinas voladoras buscaban imitar a los insectos, aunque no disponían entonces de los medios técnicos necesarios.
“En parte nos inspiramos en películas de comienzos del siglo XX para nuestras primeras pruebas de vuelo. Eran muy creativos en esa época, estaban plenos de buenas ideas, pero también de algunas malas”, según Ristroph.
La medusa voladora es por el momento sólo un prototipo de laboratorio, pero la universidad de Nueva York ya realizó un depósito legal de este invento.
La próxima etapa será integrar una batería y un mando a distancia, puesto que el prototipo dispone por ahora de un cable.
Queda mucho trabajo por delante, para perfeccionar su capacidad de maniobra y el consumo de energía pero, según el responsable, las aeronaves “aladas” serán muy comunes en el futuro.
“Por supuesto, podrán tener un uso militar, para la vigilancia por ejemplo, pero espero que encontremos también aplicaciones civiles” para estos drones, acota.
“Ya imagino la posibilidad de soltar un ‘enjambre’ de un centenar de estos ingenios, para medir la contaminación del aire de una ciudad”, añade como ejemplo.
Este invento fue presentado en la revista Journal of the Royal Society Interface, publicada por la Academia británica de ciencias.