Un buen chapuzón en el mar suele tener un efecto casi inmediato: activa el hambre. Y si bien las condiciones para alimentarse no son las mejores en la arena, los veraneantes limeños tienen por costumbre llevar desde un simple sánguche hasta ollas llenas de comida a la playa.
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Tras la comentada contaminación de varias playas a causa de los excesos de fin de año, la Dirección General de Salud viene recomendando un mejor control en la limpieza de las playas por parte de los municipios costeros.
‘En esta primera semana del año, hemos detectado que los municipios con litoral no han estado cumpliendo a cabalidad esta labor’, indica Elmer Quichiz, director ejecutivo de la Dirección de Ecología y Protección del Ambiente de Digesa.
No obstante, señala que la responsabilidad es compartida con los veraneantes. ‘No sé qué está pasando. En menos de dos semanas se han producido residuos hasta por gusto. Sobrepasa lo imaginado, pese a que hacemos campañas de sensibilización y entrega de bolsas’, añade.
Frente a este problema, algunos distritos como Barranco han creído conveniente prohibir desde el 2011 el ingreso de alimentos preparados. A través de la ordenanza 357, se busca evitar la contaminación de las playas y poner en riesgo la salud de los bañistas que acuden a las seis playas de su jurisdicción.
‘Por ahora estamos haciendo una labor preventiva con los bañistas que llevan comidas preparadas. Pero la sanción sí es efectiva para los que la comercializan’, explica Jorge Sáenz, gerente de Desarrollo Económico del distrito. Cabe indicar que a partir del 15 de enero, tras la colocación de carteles informativos, Barranco empezará a imponer multas del 5% de una UIT (190 soles) por llevar alimentos preparados. ‘Además, por tomar alcohol la multa será de 380 soles y por la venta de bebidas alco-hólicas 760 soles’, informa Sáenz.
Por su parte en Miraflores, su gerente de Desarrollo Humano, Carlos Contreras, aclara que no existe una prohibición para el ingreso de comida, pues la realidad en este distrito es diferente. ‘Aquí hay playas de piedra en su mayoría, los visitantes no suelen estar todo el día’.
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Pese a ello, Gloria Corvacho, subgerente de Fiscalización y Control de Miraflores, precisa que sí está prohibido vender comida en las playas y hasta hay una multa por arrojar desperdicios (puede llegar a S/.1.900). Por ello la inspección es permanente. ‘Contamos con inspectores y personal de seguridad en las ocho playas’, explica.
La clave, según Corvacho, es el control y la colocación de contenedores. En Miraflores hay 40 instalados en las playas.
¿Y en Chorrillos? El panorama en playas como Agua Dulce o La Herradura no es muy alentador: * Descuido. El gerente barranquino Jorge Sáenz lamentó el descuido de sus vecinos. ‘Para Chorrillos lamentablemente no es prioridad. Hay venta de comidas, de cerveza, no hay fiscalización’. * Mal vecino. Según dijo, la playa en común Las Sombrillas es un problema latente. ‘Hemos querido trabajar conjuntamente, pero no se ha podido’, afirmó.