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(Opinión) Sexo, mentiras y uniformes

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Por: Verónica Klingenberger

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Debe haber sido triste para ella eso de tener 15 años y ver morir a su madre. Debe haber sido devastador llegar con su pequeño equipaje a la casa de sus tíos en La Haya y ver a su padre alejarse para siempre después de darle un beso en la frente. Luego de eso, no le quedó nada, solo enfrentarse a un régimen estricto y durísimo, pero sobre todo, ajeno. Margaretha Geertruida Zelle, conocida como Mata Hari, una holandesa nacida en 1876, fue la mayor de cuatro hermanos y la amante de los militares más poderosos de Europa.

Su nombre es asociado a exóticos bailes y al más extravagante espionaje de la Primera Guerra Mundial, pero pocos saben que su vida y sobre todo los argumentos que justificaron su violenta muerte -frente a un pelotón de fusilamiento- pueden ser una más de las grandes mentiras históricas con las que nos enfrentamos día a día todos los hijos de Wikipedia.

En resumen la mayoría de sus biografías dicen lo siguiente: Margaretha se aburrió de pronto de la casa de sus tíos y tuvo un romance con el director de la escuela. La historia (o los libros) la culparon a ella y no a él. A los dos años conoció a Rudolf MacLeod, un oficial del ejército, un hombre tan guapo como cínico, fuerte y seguro de sí mismo. Una noche de pasión fue suficiente para que se casaran y viajaran a la colonia holandesa en la India, país donde fueron felices por un tiempo, donde aprendió su extrañísima y personal versión de la danza del vientre, donde tuvieron a sus dos hijos, bebieron demasiado, fueron infieles el uno con el otro y finalmente vieron morir a su hijo de dos años por culpa de la sífilis que tuvo MacLeod.

En 1908 Margaretha se cambió de nombre a Mata Hari, que significa algo así como ‘amanecer’, y se convirtió en la bomba sensual de París. Su baile solía terminar en la cama junto a algún oficial de alto rango, y a cambio de favores sexuales y alguno que otro secreto de Estado, ella correspondía con lo mismo.

Según Pat Shipman, autora de su última biografía, Mata Hari no pudo ser espía, debido, básicamente, a que para serlo debía llevar una vida anónima y desapercibida, todo lo contrario a la suya. Pero los franceses la acusaron de ser espía del gobierno alemán (cuando supuestamente ya servía como tal al gobierno galo) y la condenaron a muerte sin pruebas concluyentes. Durante el proceso, Mata Hari declaró: ‘Amo a los militares y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico’. Fue fusilada el 15 de octubre de 1917.

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