A su llegada al estadio de Soweto donde se rendía homenaje a Mandela, fallecido el jueves a los 95 años, el presidente estadounidense, Barack Obama, estrechó la mano de los demás invitados, entre ellos el líder cubano, Raúl Castro, con el que también intercambió algunas palabras.
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El apretón de manos, el primero en público entre presidentes de Estados Unidos y Cuba en medio siglo, tuvo rápida repercusión en la isla, donde el sitio oficialista Cubadebate.cu publicó una foto para saludar el gesto.
“Obama saluda a Raúl: que esta imagen sea el principio del fin de las agresiones de EEUU a Cuba”.
En el año 2000, el ex presidente Bill Clinton y el líder cubano Fidel Castro intercambiaron saludos de cortesía en la cumbre del milenio de la ONU, en Nueva York.
Washington y La Habana carecen de relaciones diplomáticas desde 1961. Estados Unidos aplica un embargo comercial contra la isla comunista desde 1962.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había destacado poco antes del apretón de manos de este martes, la capacidad de Mandela de seguir acercando, de manera póstuma, a personalidades y países adversos entre sí.
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Mandela “demostró la poderosa fuerza del perdón y su capacidad de unir a la gente” y hoy “lo ha hecho de nuevo”, dijo Ban, muy aplaudido, ante las miles de personas reunidasd en el estadio de Soweto. Abucheos a Zuma y bailes en los pasillos El breve encuentro entre Obama y Castro aportó una nota imprevista a una ceremonia muy deslucida por la lluvia y los abucheos constantes del público al presidente sudafricano Jacob Zuma, cuya imagen soportó mal el contraste con Mandela.
“La gente cree que es un corrupto”, explicó a la AFP Themba Nkunzana, de 59 años, que dejó el partido de Mandela y Zuma, el Congreso Nacional Africano (ANC), cuando este último accedió al poder.
Unas 55.000 personas asistieron al acto, pero se mostraron más festivas y bulliciosas en los alrededores del estadio y en los pasillos, a resguardo del frío, que en las gradas.
La sensación de estar ante un momento único, como fue seguramente el entierro de Mahatma Gandhi en India o el de Isaac Rabin en Israel, atrajo a gente de a pie, a miles de periodistas y a celebridades como Bill Gates, Charlize Theron, Oprah Winfrey, Bono y Naomi Campbell.
“Es algo único, una experiencia única en la vida”, dijo Cyrill Cameroon, un comerciante de Johannesburgo, que acompañaba a su esposa Evelyn, de Costa de Marfil. Admiración unánime por Mandela En su discurso, Obama, primer presidente negro de Estados Unidos, calificó a Mandela de “gigante de la Historia, que dirigió a una nación hacia la justicia”.
Castro recordó por su lado la amistad del líder sudafricano con su hermano Fidel Castro y los vínculos creados por el apoyo cubano a los movimientos rebeldes africanos en los años 70.
“Jamás olvidaremos cuando [Mandela] nos visitó en 1991 y dijo que el pueblo cubano tiene un lugar especial en el corazón de los pueblos africanos”, afirmó.
La presidenta Dilma Rousseff aludió a la “sangre africana” que corre por las venas de los brasileños.
“Nosotros, la nación brasileña, que tenemos sangre africana en nuestras venas, celebramos y lloramos a este gran líder que forma parte del panteón de la humanidad”, agregó Rousseff, una exguerrillera que al igual que Mandela padeció años de cárcel y brutales maltratos por parte de los militares que durante dos décadas (1964-1983) gobernaron Brasil.
El largo camino a la libertad acabará en Qunu En el estadio de Soweto donde se llevó a cabo el homenaje Mandela hizo su última gran aparición pública, el 11 de julio de 2010, en la final del Mundial de Futbol que España le ganó a Holanda.
El acto empezó con el himno nacional sudafricano, “Nkosi sikelel’ iAfrika” (“Que Dios bendiga a África”), entonado con orgullo por los asistentes bajo una lluvia tenaz.
También se realizó un pequeño homenaje en la prisión de Robben Island, donde Mandela pasó 27 años encerrado hasta su excarcelación en 1990. La Historia entonces se aceleró: en 1994 fue elegido presidente y guió a Sudáfrica a una transición pacífica del régimen racista del apartheid a la democracia multirracial.
“Cuando salió libre, Mandela se llevó de la cárcel su experiencia de convivir con diferentes razas, culturas y tendencias políticas, para pedir la reconciliación”, dijo en la ceremonia Lionel Davis, un exprisionero.
Además, en la celda de 2,5 por 2,1 metros en la que pasó 18 años de su vida de recluso, arde desde el lunes una vela que “simboliza el triunfo del espíritu humano”, dijo a la AFP el director del museo, Sibongiseni Mkhize.
La celebración abrió cinco días de homenajes antes de su entierro, el domingo en Qunu, un poblado donde Mandela pasó una infancia feliz y del que se fue cuando murió su padre.
“Qunu era todo lo que conocía, y lo amé de la manera incondicional en que un niño ama su primer hogar”, explicó en sus memorias, “El largo camino a la libertad”.