Por: Verónica Klingenberger
PUBLICIDAD
Hace casi 10 años, en una entrevista concedida a la revista The Advocate (dirigida a la comunidad gay), Hillary Clinton respondió al último rumor que corría sobre ella y declaró ante todo Estados Unidos: ‘No, no soy lesbiana’. El cotilleo, por supuesto, no terminaba ni empezaba ahí. ‘La mujer más famosa de la que no sabemos nada’, como ella misma se define, siempre será un estupendo tema de conversación, no importa qué tan cerca o lejos estemos del Capitolio.
Pero algo sabemos. Sabemos que fue una niña muy chancona a la que en sus ratos libres le gustaba saludar haciendo algo raro con los dedos, encender fogatas y comer frijoles enlatados rodeada de otras pequeñas girl scouts. Sabemos que fue líder de su escuela y que su infancia en Park Ridge, Illinois, fue alegre y disciplinada, un magnífico equilibrio entre los deportes y la iglesia. Pero más que nada, sabemos que perdió la cabeza por un rubio que luego sería uno de los mejores presidentes de Estados Unidos. Lo conoció en la biblioteca de la Universidad de Yale. Él se atrevió a observarla fijamente detrás de su lamparita verde. Ella se arriesgó a susurrarle con una sonrisa: ‘Si vas a quedarte mirándome así, creo que es posible que me presente’.
Hillary tuvo la misma determinación con su carrera. Su convicción política se hizo pública ya en el discurso de graduación que dio en el Wellesley College. ‘El reto ahora’ (dijo, ante cientos de ojos que no se atrevían ni a pestañear por temor a perderse algo) ‘es practicar la política como el arte de hacer que todo lo imposible se vuelva posible’. En 1969 entró a Yale a estudiar leyes y trabajó como interna con la respetada abogada para niños Marian Wright Edelman. Ya enamorada de Clinton, decidió seguirlo hasta Arkansas para volver luego de algunos años a desempacar en la Casa Blanca.
Como Primera Dama puso a todos de cabeza con sus exigencias (pidió la oficina del vicepresidente Al Gore) y fue criticada y aclamada por sus compromiso con las causas infantiles y de salud. Su campaña a la presidencia también ha levantado polémica, pero ya lo sabemos, poco le importan los rumores. El pasado fin de semana, Obama declaró, en una entrevista con Barbara Walters para ABC, no tener ninguna duda de que el próximo presidente de Estados Unidos será una mujer. Pudo decir Hillary, pero a todos nos quedó claro. Mientras tanto, a sus 65 años, Hillary Diane Rodham asegura no temerle a nada ni a nadie. Los lobos de Fox News tendrán que ir a asustar a otra girl scout, porque esta tiene una bota apoyada sobre la fogata y solo espera que amanezca para empezar la cacería.
