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Barcelona, ejemplo para una mejor Lima

La frase de Jordi Heréu invita a pensar en un mejor sistema vial para la ciudad: ‘Si Barcelona lo hizo, por qué no lo puede hacer Lima’. El ex alcalde de Barcelona confía en que el pacto social firmado hace 15 años en su ciudad, podría alcanzar resultados similares en la capital peruana.

Para el ahora miembro de la consultora Idencity (España), el principal problema de Lima es que ‘el coche aún es el elemento preponderante y sobre el que se basan muchas de las estrategias de política vial de la ciudad’.

Los avances para crear un sistema integrado de transporte público (Metropolitano y Metro) es importante, pero según Heréu, ‘Lima deberá perseverar en otros aspectos si quiere evitar un modelo de ciudad colapsada, porque está viviendo una motorización creciente’.

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¿Cuál es el camino a tomar? Para Heréu, que por estos días participa en el Tercer Encuentro Iberoamericano de Movilidad Urbana Sostenible, en el Hotel Sheraton, la firma de un pacto entre todos los actores políticos y sociales es impostergable. ‘Esto permitirá construir, no en cuatro años, sino en un perspectiva mucho más larga lo que es un modelo compartido de movilidad de ciudad’.

Los resultados en Barcelona saltan a la vista. Los desplazamientos en el transporte público pasaron de 700 a 935 millones al año. Además, se aumentó la superficie y calidad del recorrido del peatón con un mayor número de kilómetros cuadrados disponibles para recorrer a pie.

Por supuesto, esto ha repercutido en el descenso del índice de muertes por accidentes de tránsito: 26% menos en los últimos 10 años (solo 31 muertos el 2012). Sin contar que se duplicó el número de viajes en bicicleta en menos de cinco años.

Heréu alienta a optar por esta solución. ‘Una movilidad sostenible es más eficiente, porque hay mayor fluidez, más competitividad, porque impacta en la economía y en el medio ambiente; y también es más equitativa, porque es de todos y para todos’, sostiene.

Barcelona firmó un pacto con 10 objetivos, pero el ex alcalde aclara que cada ciudad debe consensuar cuáles son sus prioridades. Pero, sobre todo, dejar de lado los colores políticos. ‘Si un municipio emprende la labor solo, todo sería más lento, con más dificultad y con mayor peligro de que le tumben el proyecto’.

El diálogo, sin embargo, no anula el debate. ‘A nivel político se puede discutir cómo ejecutar el plan. En todo caso, el debate siempre será enriquecido’, recomienda. Heréu.

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