Por: Verónica Klingenberger
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La defensa del Negro Mama en Frecuencia Latina se titula ‘La esencia artística del ‘Negro de Mama’ (¿?). Disfrazado de reportaje, lo que vemos es un video edulcorado cargado de una disparatada sucesión de halagos hacia el comediante y su aberrante criatura. La reportera, Carolina Salvatore, empieza diciendo lo siguiente: ‘…este moreno, de paso cansino y desbordante generosidad, me robó el corazón con cada una de sus actuaciones’. Mientras el audio sigue, vemos a Benavides disfrazado de rey de algún país exótico. La boca hinchada, la mirada boba, toca dos veces el piso con una vara y aparece una esclava para hacerle masajes en la cabeza. Luego escuchamos las declaraciones de Beto Ortiz: ‘el arte tiene que causar una reacción o de lo contrario no es arte’. Minutos después, con fondo musical de ‘Un mundo ideal’, la reportera hace un listado de todos los personajes de Mama que incluye a un asesor de Obama y, por supuesto, al presidente de los EEUU. Hacia el final, declara el propio Benavides: ‘Es el Negro Mama, que ya la gente conoce, que es un personaje creado y que tiene un nombre establecido, entonces no se puede decir que nosotros estamos generalizando y dando a entender que todos los negros son rateros’.
Hace más de un año y por las mismas razones (una sanción al Negro Mama) me preguntaba si la hostilidad es una de las claves del humor. Un repaso rápido por la comedia televisiva me llevaba a la conclusión de que sí. Desde Buster Keaton lanzando tortas hasta una comediante judía llamada Sarah Silverman que culpa de la muerte de Cristo a los negros, el humor siempre ha sido provocación y desfogue. Es liberador reírse de la pobreza, de la enfermedad, de la crueldad, del racismo, de la muerte, de lo peor que tenemos y de lo peor que nos espera. El humor, cuando es verdaderamente bueno, debe llevarnos a la reflexión más distendida. Debe llevarnos a reconocer lo que menos nos gusta de nosotros mismos, pero con una sonrisa.
Pero en la comedia local no encuentro ningún personaje en el que me reconozca. Las víctimas son siempre minorías: el serrano desdentado, el negro bruto y sexualmente insaciable, el gay afeminado, el trabajador que debe disfrazarse de pollo para amortiguar los golpes que le propina la turba. ¿De qué se ríen los miles de fans del Negro Mama? ¿Acaso se ven reflejados en él? Difícil de creer cuando el tan querido personaje bordea el retraso mental y se comporta casi como un animal.
La fórmula no es tan complicada: Silverman no se reía de los negros, se reía del racismo. Los comediantes peruanos deberían empezar a trabajar sus personajes y guiones pensando en eso. Aprendamos a reírnos de aquellos que discriminan, no de los marginados.