Los hechos ocurrieron una semana después de que un atentado con coche bomba matara a 27 personas en Rueis, a las afueras de Beirut, bastión del poderoso movimiento chiita libanés Hezbolá, aliado del régimen sirio, junto al que combate contra los rebeldes en Siria.
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“Hay al menos 29 muertos y 500 heridos, muchos de los cuales en estado grave debido a quemaduras y heridas en la cabeza”, dijo Georges Kettane, director de operaciones de la Cruz Roja libanesa.
Las televisiones locales mostraron imágenes en las que se veían cadáveres, numerosos coches en llamas y hombres transportando en brazos a heridos. También mostraban fachadas de edificios completamente destruidas.
La primera explosión se produjo en el centro de Trípoli, cerca de la casa del primer ministro saliente Najib Mikati, que, según su oficina, no se hallaba en la ciudad.
La segunda tuvo lugar cerca del puerto, bastante cerca también del domicilio del exjefe de la policía Ashraf Rifi, afirmó una fuente de seguridad.
Las dos explosiones se produjeron en las inmediaciones de dos mezquitas, en el día de oración de los musulmanes.
Las imágenes de televisión mostraban una inmensa humareda negra elevándose hacia el cielo.
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El corresponsal de la AFP vio cuerpos carbonizados cerca de la mezquita Al Taqwa, en una de las principales arterias de Trípoli, y cómo sacaban cinco cuerpos de niños desde su interior.
La capital del norte de Líbano suele ser escenario de enfrentamientos entre sunitas, que apoyan mayoritariamente a la rebelión siria, y alauitas, más bien favorables al régimen de Bashar al Asad.