Por: Ximena Arrieta
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Por eso, desde hace dos años, y siempre con perfil bajo, nuestro editor invitado comparte su carrera con su Proyecto Raíz, donde se dedica a ‘devolver’ ese regalo maravilloso.
‘Es un proyecto que a mí me encanta. La idea es compartir con los chicos el hecho de que sí se puede hacer todo lo que uno quiera, por encima de las limitaciones’, explica.
Lo acompañamos a una de sus charlas en el colegio La Alegría en el Señor en La Molina, cuyos alumnos tienen discapacidades como espina bífida, distrofia muscular, parálisis cerebral o algún tipo de amputación.
La emoción que generaba la visita del músico en los niños era notoria. Todos lo esperaban ansiosos en el comedor donde Lucho les contaría un poco más sobre su niñez, de cómo descubrió la música y cómo a través de ella pudo integrarse a un grupo donde le era difícil encajar.
‘Es una experiencia increíble ver cómo los chicos entienden la música como un vehículo de integración. Esa es la idea’, asegura.
Luego de su presentación, Lucho recibió todo el cariño de los estudiantes. Pero uno de ellos, Frank Salas, hizo llorar a varios de los asistentes al tocar junto al compositor con guitarra y charango en mano.
‘Me agarró frío. Para mí es importante que los chicos escuchen la historia y vean que la persona que está delante lo hizo y ellos también pueden’. La historia de Lucho es de pelea y perseverancia, algo que estos niños comparten sin duda con él.