“Funcionó en Brasilia, por lo menos hasta 2002, una de las estaciones de espionaje en las que agentes de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA, por sus sigla en inglés, trabajaban en conjunto con la Agencia Central de Inteligencia (CIA)”, indicó la nota.
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Snowden, buscado por espionaje en Estados Unidos después de la revelación sobre un programa norteamericano secreto de vigilancia de las comunicaciones mundiales, podría ahora viajar desde Rusia a Bolivia, Venezuela o Nicaragua, que se declararon dispuestos a recibirlo.
Según O Globo, que tuvo acceso a varios de los documentos divulgados por Snowden, “no hay pruebas” que confirmen que la práctica continúa.
En total, eran 16 bases. La de Brasilia era la única en América Latina y una de las dos que tenía “espías de la NSA y la CIA designados para trabajar en conjunto en ese programa” llamado ‘Special Collection Service’ (SCS) o servicio especial de recopilación de información.
El otro equipo trabajaba en Nueva Delhi.
Las bases estaban “dedicadas a un programa de recolección de información a través de satélites de otros países”. Los satélites, al igual que la fibra óptica, son fundamentales para las comunicaciones.
Brasil no tiene ningún satélite propio sino que alquila ocho.
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O Globo ilustra su página con la imagen de un supuesto reporte de la NSA de 2010 que muestra la interceptación de comunicaciones de las misiones diplomáticas de Brasil en Washington y la ONU.
Para espiar oficinas extranjeras en Estados Unidos, la inteligencia estadounidense utilizaba programas “operados a partir de implantes físicos en las redes digitales privadas y en computadores”. Tres programas sirven para interceptar señales digitales, copiar lo que aparece en los monitores del computador y hacer copias del contenido de los discos duros.
El trabajo pasaba por “convertir esas señales de inteligencia captadas en el exterior a partir de oficinas oficiales de Estados Unidos como embajadas y consulados”, preció O Globo.
El domingo, O Globo reveló que Estados Unidos interceptó millones de correos electrónicos y llamadas telefónicas de Brasil en los últimos 10 años.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff consideró “extremadamente grave” la denuncia y pidió explicaciones a Washington.
La Policía Federal y la Agencia Nacional de Telecomunicaciones, Anatel, iniciaron este lunes una investigación en Brasil, indicó el diario.