Mandela “recibe cuidados intensivos”, indicó a la AFP el portavoz de la presidencia sudafricana, Mac Maharaj.
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El primer presidente negro de Sudáfrica recibió el lunes la visita de su primera esposa Winnie Madikizela-Mandela y de su hija común Zindzi.
Las otras dos hijas del expresidente le visitaron el domingo, mientras que su actual esposa Graça Machel ha estado a su cabecera desde su ingreso en el hospital.
El gobierno informa con cuentagotas sobre el estado del héroe nacional, que se ha visto aquejado de problemas pulmonares recurrentes desde que se le diagnosticó tuberculosis en 1988 cuando estaba en la cárcel.
Esta es su cuarta internación en siete meses de este personaje universal considerado un símbulo mundial de la paz y el perdón y el padre de la “Nación del Arcoiris”.
La presidenta de la Comisión de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma, dijo que había oído que Mandela está “respondiendo positivamente al tratamiento”.
“Él ha hecho su parte. Nostros rezamos para que se restablezca”, dijo Kennedy Moraga fuera de una clínica especializada en enfermedades cardiovasculares en Pertoria, donde se cree que está internado.
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Las visitas al héroe de la lucha contra el apartheid están estrictamente restringidas a sus familiares más cercanos en un intento de reducir el riesgo de infecciones.
A finales de abril, el presidente Jacob Zuma y responsables del Congreso Nacional Africano (CNA), en el poder, se fotografiaron junto a un Mandela muy debilitado en su casa de Johannesburgo.
La visita levantó fuertes críticas ya que muchos consideraron que los dirigentes querían sacar rédito político a esta imagen con el héroe nacional.
El CNA —que se prepara para las elecciones de 2014— ha perdido el brillo que le dio Mandela en medio de una corrupción rampante, la pobreza y el deterioro de los servicios públicos.
El partido y el gobierno negaron informaciones de la prensa local que señalaban que el entorno cercano de Mandela les había impedido visitarlo en el hospital.
—“Un legado que nunca morirá”—
Maharaj dijo a la AFP que las autoridades quieren “crear un entorno favorable para su recuperación”.
“Los más allegados lo hacen por esta razón, no por otra cosa”, dijo. “Está recibiendo tratamiento y queremos que lo reciba en las mejores condiciones” que considere su familia.
“Les gustaría limitar el flujo de visitantes”. “El presidente le visitará en el momento apropiado”, dijo el portavoz que señaló que Zuma no “quiere invadir su espacio sí o sí”.
Mandela, que cumplirá 95 años en julio, ha regresado al hospital dos meses después de ser internado en abril por una neumonía.
No se le ha vuelto a ver en público desde la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica en julio de 2010, y lleva años retirado de la vida pública.
“Es hora de que le dejemos irse”, titulaba el diario Sunday Times, en un sentimiento compartido por mucha gente en el país.
El exarzobispo anglicano Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz al igual que él, se ha sumado a la legión de personalidades tanto sudafricanas como internacionales deseándole un rápido restablecimiento.
“Mientras que el padre querido de nuestra nación Tata (padre) Nelson Mandela sufre una vez más los estragos del tiempo en el hospital, nuestras oraciones son por su comodidad y su dignidad”, declaró en un comunicado el que fuera también uno de los principales luchadores contra el apartheid.
En las redes sociales como Twitter muchas personas le desean una pronta recuperación, pero también están preparadas para lo peor.
“Es hora de que se deje ir a Mandela. Ha servido a su país. Déjenle descansar con dignidad y un legado que nunca morirá”, dice Ketha Msane en un tuit.
La desaparición de Mandela no parece que vaya a afectar el día a día de Sudáfrica, según el analista Daniel Silke, aunque no se descarta que su eventual fallecimiento impacte en los mercados, genere un creciente malestar de los trabajadores y presione al rand, la moneda nacional.
“La enfermedad de Nelson Mandela y su eventual fallecimiento no se produce en un bueno momento para el país económicamente hablando y podría crear cierta intestabilidad en los mercados”, dijo Silke.
Mandela, además de haber sido diagnosticado con tuberculosis, también fue sometido a tratamiento por cáncer de próstata y problemas estomacales.
En diciembre, pasó 18 días en el hospital, su internamiento más largo desde que salió por su propio pie de la cárcel de Robben Island en 1990, frente a Ciudad del Cabo donde pasó 18 de los 27 años de detención en las mazmorras del régimen del apartheid.
En marzo fue internado brevemente para someterse a un control antes de regresar a finales de mes por 10 días a causa de una neumonía.
Tras concluir su mandato como presidente, Mandela dedicó su tiempo y su energía a luchar contra el SIDA y la resolución de conflictos, antes de alejarse de la vida pública hace una década a los 85 años.
La exitosa transición del régimen racista del apartheid a la democracia le valió el Premio Nobel de la Paz en 1993, que compartió con el último presidente del apartheid, Frederik De Klerk.