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Protestas en Turquía cobran su tercera víctima

Las protestas que desde hace siete días se extienden por Turquía cobraron ayer su tercera víctima mortal, luego de que un hombre falleciera en un hospital de Ankara tras recibir un disparo en la cabeza.

Estas protestas, que empezaron como un campamento pacífico de ‘indignados’ en Estambul contra la construcción de un centro comercial, se han transformado en un volcán de malestar social contra el primer ministro Recep Tayyip Erdogan -en el poder hace 10 años-, acusado de haber dado un vuelco al islamismo. Aquí, una guía para entender la crisis turca.

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¿Por qué el malestar? Las protestas se iniciaron la semana pasada en respuesta al plan del gobierno de construir un centro comercial a la manera de la réplica de un cuartel otomano del siglo XIX en el parque Gezi, uno de los últimos espacios verdes de Estambul. Sin embargo, las voces ya no solo se alzan contra este plan, sino contra todo el gobierno de Erdogan y su partido Justicia y Desarrollo (AKP). Ello por la férrea represión a las protestas, la prensa, las continuas leyes ‘islamizadoras’ promovidas por el AKP y el apoyo de Erdogan a los rebeldes sirios.

¿Cómo ha respondido el gobierno? Primero, con una fuerza excesiva. Luego salió a pedir perdón y ahora está tratando de justificar sus acciones. Las protestas han expuesto una insatisfacción generalizada.

¿Pero acaso el gobierno de Erdogan no fue elegido de manera democrática? Sí, pero desde que fue elegido hace diez años, Erdogan ha gobernado con mano dura. Se le conoce por la frase: ‘La democracia es como un tren. Puedes tomarlo para llegar a donde quieres ir y luego bajarte’. Turquía es en teoría un Estado laico, pero Erdogan y su partido son acusados de tratar de hacerlo islamista. Su hija menor, que lleva un pañuelo en la cabeza a la usanza islamista, fue a la universidad en Estados Unidos, pues, como Erdogan explicó, ‘ahí sí se permite el uso del pañuelo para tapar el pelo’. Las universidades turcas prohíben este velo.

¿Hay evidencias de que el gobierno está tratando de ‘islamizar’ Turquía? Depende a quién se le pregunte. Un caso célebre a principios de año fue el del afamado pianista turco Fazil Say, condenado a diez meses de prisión por blasfemia, producto de escribir tuits como este: ‘No estoy seguro de si ustedes también se han dado cuenta de que todos los ponzoñosos, bufones, ladrones que hay en Turquía son todos allahistas (devotos del profeta Allah)’.

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