El ferrocarril, de 440 km de extensión, conmemora este lunes su centenario, mientras Chile y Bolivia se preparan para un juicio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya por el que La Paz intenta recuperar el acceso al mar que perdió en el enfrentamiento armado.
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Desde el territorio chileno, el tren parte a orillas del Pacífico, junto al puerto de Arica, atraviesa siete túneles en los que se interna por sectores desérticos y ricos valles, y se eleva por sobre los 4.265 m en la Cordillera de Los Andes al adentrarse en Bolivia.
En 2005, la sección chilena del ferrocarril quedó inhabilitada por los aluviones provocados por lluvias estivales y la quiebra de la empresa privada que la administraba.
Con una inversión de 45 millones de dólares y dos años de trabajo, el ferrocarril fue nuevamente habilitado este año, en plena disputa diplomática entre ambos países, aunque aún no funciona de manera permanente.
“El ferrocarril no tiene una actividad permanente. Desde enero ha habido sólo viajes de prueba”, dijo a la AFP el historiador Hermann Mondaca, quien reside en la ciudad de Arica, a unos 2.000 km al norte de Santiago.
“Tampoco se conoce una instalación o una licitación para un tránsito permanente. No hay nada que esté claro o funcionando”, agregó.
El funcionamiento del ferrocarril es motivo de controversia entre Chile y Bolivia, y se estima será parte de las argumentaciones que ambos países llevarán ante la CIJ.
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A fines de enero, en el marco de una sesión plenaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y un áspero diálogo, el presidente Evo Morales conminó al presidente chileno Sebastián Piñera a recorrer el ferrocarril.
Piñera aceptó el emplazamiento. Finalmente este lunes el mandatario chileno, sin Morales, recorrió parte del trayecto de 205 km que se extiende por territorio chileno para demostrar su operatividad y rehabilitación.
“El presidente (boliviano Evo) Morales planteaba que este ferrocarril no estaba operativo”, dijo Piñera desde Arica (norte). El mandatario expresó su “satisfacción por demostrar a los chilenos, a los bolivianos y al mundo entero” la operatividad de la parte chilena de la vía férrea, que reinauguró en su centenario.
Si bien el presidente chileno reiteró su voluntad de mejorar los lazos e integración con Bolivia, Piñera pidió a Morales que respete el tratado de 1904, el mismo que puso fin al conflicto bélico que enfrentó a ambos países, y que según Piñera, Chile ha cumplido.
Chile, vencedor de la Guerra del Pacífico entre 1879 y 1884, se comprometió a construir un ferrocarril que uniera la que tras la guerra se constituyó en la ciudad chilena de Arica (antes peruana) y La Paz, como parte de sus compensaciones por los 400 km de costa y 120.000 km2 de territorio boliviano que anexó.
El artículo tres del acuerdo señala que la construcción del ferrocarril tiene por fin “estrechar las relaciones políticas y comerciales de ambas repúblicas”. En la práctica, el tren buscó suplir la salida al mar que Bolivia perdió.
Pero Bolivia siguió reclamando una salida soberana al mar, en infructuosos diálogos con distintos gobiernos chilenos que mantienen rotas las relaciones diplomáticas entre ambos países desde 1978.
El 24 de abril pasado, Bolivia demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia para que sea obligado a negociar una salida soberana al Pacífico.
El cumplimiento por parte de Chile de las obligaciones que surgen del Tratado de 1904 entre ellas el funcionamiento del tren será central durante la presentación del caso en La Haya. Un recurso desaprovechado La construcción del ferrocarril tardó unos siete años y por la complejidad de las obras, varias empresas se adjudicaron los trabajos y luego abandonaron el proyecto.
Según datos del gobierno chileno, su construcción tuvo un costo total de más de 315 millones de dólares.
En su momento de máximo esplendor, el ferrocarril llegó a transportar hasta 330.000 toneladas de carga anuales (minerales y trigo) y se convirtió en una importante fuente de conexión para pequeños pueblos que se levantaron a lo largo de la vía.
Hasta 2005, el ferrocarril funcionó regularmente. Nueve años antes había dejado de transportar pasajeros en viajes esporádicos que tardaban unas 20 horas.
Pero las tensiones entre Chile y Bolivia han impedido sacarle un mayor partido.
“Este es un recurso absolutamente desaprovechado, sin ninguna mirada prospectiva”, dijo el historiador Mondaca.
Su fenomenal trazado le otorga un potencial turístico insospechado y podría constituirse además en un punto central de integración regional, en paralelo o en conjunto con la iniciativa de la ruta bioceánica, una carretera de 4.700 km que une puertos del Atlántico y el Pacífico, y ciudades de Brasil, Bolivia, Chile y Perú.
“Se podrían comprar locomotoras modernas y servir potencialmente para el turismo de los dos países”, ejemplifica este historiador.
“Podría también unirse al proyecto de corredor bioceánico. Desde esa perspectiva, podría ser un tren proyectado hacia Brasil, pero el Estado chileno no ha tenido ninguna política en ese sentido”, agregó Mondaca.
El historiador del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat, Sergio González, coincidió en resaltar su desaprovechado valor turístico:
“Un tren de esa naturaleza podría tener un valor turístico enorme, pero eso habría que saber explotarlo”, dice a la AFP.
Nostálgicos y antiguos pobladores de los pequeños pueblos aledaños, añoran hoy también el regreso del tren.