Como concepto de la estadística, la moda es el valor que se repite con mayor frecuencia en una serie o universo. Como componente de los negocios, en cambio, puede entenderse como un conjunto variable de tendencias, estilos y motivaciones que hace popular determinado bien y alienta su consumo.
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Patrocinadas por la producción de gran escala y al compás de una música interpretada por la publicidad, las modas en el calzado y la ropa son las de más breve vigencia. Para beneplácito de las tiendas por departamentos, año tras año (de una estación a otra, cada tres meses), miles de toneladas de prendas pierden el atractivo que les fue asignado por las técnicas del mercadeo. Y, así, dejan un espacio vacío en el espíritu del comprador compulsivo de los tiempos posmodernos, un hueco que solo puede ser llenado por un vestido nuevo, otros tacos relucientes, una casaca a la altura de la billetera que le corresponde o zapatillas de marca, previo pago con tarjeta o, a veces, en simple y llano dinero en efectivo.
La compra y la venta (aquellos actos humanos que hacen posible la vida cotidiana)son modas urbanas en sí mismas. Sin embargo, la marea del consumo también encuentra sus rompeolas.
TOMA QUE TE DOY
Lo que usted ya no utiliza puede servirle a otra persona. ¿Se le ha ocurrido pensar en eso alguna vez? La mayoría de nosotros opta por deshacerse de aquello que ya no usa: prendas de vestir, accesorios, juguetes y hasta electrodomésticos. Y no necesariamente porque son artículos viejos o en mal estado, sino porque ya no nos sirven. “Ya pasó de moda”, es la frase preferida para los consumidores de la era del tiempo real.
No obstante, ¿qué pasaría si en algún otro lugar de la ciudad reside otra persona interesada en ese objeto que para nosotros ha perdido encanto y valor de uso? Y si fuera a la inversa, ¿cómo haríamos?
La comunidad Red de Trueque PUCP entendió esa idea, y desde su cuenta en Facebook se dedica a rebotar todas las actividades de intercambio y trueque de objetos en desuso de los que llega a saber.
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En 2012, los miembros de la red realizaron varias ferias en el campus de la Universidad Católica. Ellos lamentan que pese a la aceptación de estos eventos, no tuvieron continuidad. “Ojalá este año vuelva (afirma uno de sus representantes); muchas veces a alguien se le ocurre y cree que es el primero”.
Una situación diferente es la de Pakarii, una casa de nacimiento que apuesta por la filosofía del parto natural y parto en el agua, incentivando el intercambio de objetos de segundo uso entre sus usuarios y colaboradores, por medio de ferias donde se pone de manifiesto la “reciprocidad andina” que se busca revalorar.
Estas ferias convocan a personas que quieren intercambiar desde ropa para bebés, juguetes y alimentos, hasta libros y discos de música. Los encuentros terminan siempre con alegría, en un compartir de alimentos que cada uno lleva para una suerte de pequeño banquete de fin de fiesta.
En la misma línea, la Red de Trueque Perú realiza ferias desde hace tres años y medio, con la finalidad de intercambiar bienes y servicios sin usar dinero, basándose únicamente en los conceptos de reciprocidad, confianza en el vecino, negociación amigable y conservación del medioambiente.
Esta red va aun más allá, pues convoca a todas aquellas personas que quieran ofrecer y adquirir no solo objetos en buen estado y en desuso, sino también servicios, que van desde las clases de música y terapias espirituales hasta la lectura de cartas. Sus convocatorias también hacen uso de las redes sociales y en su cuenta de Facebook se pueden apreciar los espacios que han ganado con la promoción de estas actividades.
SACAR EL JUGO A LO USADO
“Porque lo que no te queda a ti, me queda a mí”. En esta frase se resume el emprendimiento de Las Traperas, colectivo que nació con las ideas de un grupo de amigas para intercambiar prendas de vestir. Después de tres años de intercambio, el espacio se ha convertido en una comunidad de cerca de 1,000 personas que ponen a la venta sus vestidos, pantalones y zapatos, en una tienda barranquina, a precios asequibles y tomando como ejemplo el consumo responsable.
Tanto ha sido el éxito de Las Traperas que la experiencia en físico está a punto de lanzar su versión online, para que cada participante tenga su propio espacio virtual y ofrezca sus prendas por internet. Para Vanessa Touzard, promotora de este emprendimiento, las prendas con las que negocian tienen una característica especial: “Las personas vienen aquí con prendas que no regalarían necesariamente; les cuesta desapegarse de ellas, aunque las entregarían por algo a cambio. Por eso, decimos que este es un negocio colectivo”.
Las Traperas están cultivando en su comunidad las semillas de la cultura del reuso, para lo cual han roto el paradigma de que todo lo que se adquiere debe ser nuevo. Además, están creando una nueva línea de negocio responsable, donde todos tienen beneficio: gana el que compra porque adquiere un artículo en buen estado a un fracción de su precio original; gana el que vende porque la prenda que tenía guardada y ocupando espacio adquiere un precio de mercado; se redistribuye la economía y gana también el ambiente, porque se dejan de procesar recursos en la producción de nuevas prendas”.
Trueca Mercado de Pulgas es otra iniciativa que fomenta el reuso y la venta de artículos de segunda mano. Inspirándose en los mercados de pulgas que se organizaban en su colegio, María Fernanda Guerra convocó a su amiga Pierina Riofrío para lanzar un concepto diferente de este tipo de actividad y crear una marca. Ya han desarrollado nueve ferias con una asistencia de 900 personas en cada evento, en promedio.
“Puedes encontrar desde ropa hasta una ouija, una parrilla o un mueble de sala”, explica Pierina, al admitir que las redes sociales han sido fundamentales para darse a conocer. Con más de 5,000 fans en su cuenta de Facebook, María Fernanda añade que se está gestando una comunidad que gusta de estos artículos. “En definitiva, la gente toma conciencia de la importancia de aprovechar los recursos, reutilizar objetos y reciclar”. El optimismo de las promotoras de Trueca podría ser, quién sabe, el anuncio anticipado de que el reuso va en camino de convertirse, también, en una moda sustentable.
VENTAJAS Y ALTERNATIVAS
Para José Carlos Silva, ingeniero en Industrias Alimentarias y máster en Medioambiente y Desarrollo, estas actividades, que se enmarcarían en una economía alternativa, tienen básicamente dos ventajas: beneficio local, al acortar la distancia que existe entre los que adquieren los productos y las cadenas de abastecimiento, y un componente cultural acerca de cómo se entiende el consumo.
La actividad del trueque marcha en contraposición al modelo económico que en la actualidad exige consumir mayores cantidades y de primer uso. En las ferias del trueque se consume menos y de segunda mano, encaminando así la economía (aunque todavía a muy pequeña escala) por la ruta de las tres “R”: reducir, reusar y reciclar. Todo ello debería llevarnos, en última instancia, hacia nuevos modelos de intercambio, integrados y amigables con lo ecológico.
Economía emergente es consumo responsable y, sobre todo, cuidado del medioambiente. Tal vez lo que usted tanto busca podría estar en ese objeto en desuso que otra persona ya no necesita.