El cuerpo del poeta, que descansa mirando al mar en su casa del balneario de Isla Negra, en la costa central chilena, será exhumado el lunes a partir de las 08H00 locales (11H00GMT), aunque los trabajos de remoción de la cripta se iniciarán el domingo, confirmó el juez de la causa, Mario Carroza.
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Una decena de peritos chilenos y extranjeros examinarán después los restos del Nobel de Literatura de 1971, para descartar o ratificar la denuncia de su exchofer y asistente personal, Manuel Araya, quien asegura que Neruda murió a las pocas horas que se le administró una sospechosa inyección en el pecho.
Araya, hoy de 65 años, denuncia hace décadas que Neruda fue asesinado por la naciente dictadura de Pinochet para evitar que viajara a México y desde allí comandara, como era su intención, la oposición al nuevo régimen.
Siendo apenas un veinteañero, el Partido Comunista en el cual militaba Neruda le confirió a Araya la seguridad del poeta y la conducción de su automóvil Citroën.
“A Neruda lo asesinaron”, afirma Araya a la AFP, relatando que en su ausencia y la de tercera esposa del poeta, Matilde Urrutia, Neruda fue inoculado con una misteriosa inyección en la Clínica Santa María de Santiago, donde fue internado por “seguridad” el 19 de septiembre.
Neruda finalmente muere la noche del 23 de septiembre de 1973, a horas de partir a México. Araya, fue entonces detenido y duramente golpeado.
Aunque por décadas Araya denunció que fue un asesinato, recién en junio de 2011 y luego de que su testimonio trascendiera en la prensa extranjera, el Partido Comunista presentó la querella judicial que posibilitará la exhumación.
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Una serie de situaciones avalan la versión del crimen, según los querellantes.
“El testimonio de Manuel Araya abrió el camino, pero no es sólo lo que existe. Su declaración, contrastada con los medios de la época y lo que se ha podido investigar en el proceso; la falta de colaboración de la clínica Santa María; ciertos detalles muy sospechosos de qué ocurrió durante esos días y el testimonio de personas muy serias que estuvieron con Pablo, demuestran que estamos ante un camino real y cierto y es lo que llevó al juez a dictaminar la exhumación”, explicó a la AFP, el abogado querellante Eduardo Contreras.
La versión oficial aceptada por su familia y la fundación que administra su obra, afirma que Neruda murió producto del agravamiento del cáncer de próstata.
“No existe evidencia alguna ni pruebas de ninguna naturaleza que indiquen que Pablo Neruda haya muerto por una causa distinta del cáncer avanzado que lo aquejaba”, afirmó en un comunicado de 2011 la Fundación Pablo Neruda.
Su certificado de defunción, al que tuvo acceso la AFP, atribuye su muerte a una “caquexia cancerosa”, derivada de un “cáncer de próstata con metástasis cancerosa”.
Para llegar a esa condición, Neruda tendría que padecer una condición de extrema desnutrición, en las que apenas se está lúcido, de acuerdo a informes médicos.
Pero quienes lo vieron en sus últimos días afirman no haber notado gran diferencia respecto a su contextura normal.
El poeta “hacía su vida con absoluta normalidad. Visitaba amigos y recibía a otros en su casa”, sostiene la querella judicial firmada por el abogado Contreras.
“Tenía cáncer pero controlado, como para 10 años más”, dice por su parte Araya.
Un día antes de su muerte, el embajador mexicano Gonzalo Martínez lo visitó en la clínica: “No vi gran diferencia en él entre los primeros días que lo conocí y los últimos que lo visité en el hospital. Lo conocí ya como un hombre enfermo, pero no llegó a estar en los huesos ni catatónico”, recordó el diplomático en una entrevista con la AFP en junio de 2011.
Una célebre fotografía del 12 julio de 1973, muestra a Neruda abrazado a Allende con su imagen robusta de siempre, sólo dos meses antes de morir.
Los diarios de la época atribuyeron la muerte del poeta a un infarto tras la inyección de un calmante, lo que avalaría la hipótesis.
La exhumación buscará aclarar las dudas, aunque es posible que no llegue a resultados concluyentes.
La investigación estará centrada en encontrar restos de sustancias nocivas, toxinas o bacterias, para poder colegir o descartar que hubo participación de terceros en la muerte.
Pero “es posible que por el daño causado por el tiempo y el mar y lo que no se pueda averiguar o precisar, nunca lleguemos a saber si efectivamente llego o existir ese veneno”, reconoció el abogado Contreras.
Aun así, agregó, “con todo lo que ha ocurrido en el proceso, tenemos la convicción, la certeza más absoluta de que Neruda no murió de muerte natural, sino que fue asesinado”.