Si bien nunca se podrá saber a ciencia cierta qué fue lo que comieron Jesús y sus apostoles en la última cena (evento que dio pie a la creación del sacramento de la Eucarístia), Catalina de Emmerich, monja agustina canonizada por Juan Pablo II que a inicios del siglo XIX tuvo una serie de visiones sobre la Pasión y Muerte de Jesucristo, afirmó saberlo.
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De hecho, Catalina le trasmitió sus visiones (entre ellas, una de la última cena) al poeta alemán Clemente Brentano, quien las documentó por escrito. La BBC, en un especial web, transcribe parte del testimonio de la santa.
“En medio de la mesa estaba la fuente con el cordero pascual. […] El borde de la fuente tenía ajos todo alrededor. A su lado había un plato con el asado de Pascua y al lado un plato de hierbas verdes, apretadas, puestas de pie como si estuvieran plantadas, y otro con manojitos de hierbas amargas que parecían hierbas aromáticas; luego, delante de Jesús, había una fuente con hierba verdeamarillenta, y otra con una salsa parduzca. Los comensales usaban como platos unos panecillos redondos, y utilizaban cuchillos de hueso”, relató la monje al escritor.