“Hemos buscado este antioxidante, presente en ínfimas cantidades en el vino, y lo hemos elevado a un nivel tal que tenga un efecto” sobre la salud, explicó este martes a la AFP Greg Jardin, un bioquímico de Brisbane (en el este de Australia).
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Gracias a ello, la bebida podría beberse con moderación, actuar como antiinflamatorio y ayudar a combatir enfermedades como la artritis o la fatiga crónica, gracias a las propiedades antioxidantes del vino tinto.
Pero introducir antioxidantes en el vino hace que no se pueda beber debido a su alto contenido en taninos. Modificando estos componentes para que sean liposolubles, y mejor asimilables por el cuerpo, el científico asegura haberlo convertido en bebible.
Este vino especial se elabora observando los cánones pero acentuando el proceso en algunas de las etapas, explicó. “No se hizo nada extraño en la elaboración”, declaró el químico, que calificó la bebida de “vino tinto puro”.
Esta “tecnología del polifenol modificado” podría emplearse asimismo en la elaboración de otras bebidas o alimentos, según Greg Jardine.
Lindsay Brown, farmacóloga de la universidad de Queensland del Sur, probó el proceso, que efectivamente parece mejorar la salud de las ratas paralizadas por la artritis.
“Esto impide completamente la inflamación, la hinchazón y la rigidez de las patas”, declaró.
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Pero, al igual que muchos de sus colegas, la farmacóloga advierte de los peligros de considerar el vino como un medicamento. “El vino es una bebida consumida por buena parte de la población. El problema es que se haga creer a la gente que puede beber una botella por día”.
Numerosos estudios epidemiológicos demostraron que beber vino tinto con moderación reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, y es bueno para las articulaciones.