Lavar platos, planchar la ropa, cocinar, cuidar a los niños, atender al esposo, entre otras labores realizadas por las abnegadas amas de casa, no son remuneradas. Sin embargo, esas tareas equivalen a un monto que se ubica entre el 16 y el 23% del PBI, según estimaciones realizadas durante el ‘Foro impacto económico del trabajo no remunerado de las mujeres’, organizado por el Movimiento Manuela Ramos.
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El evento contó con la participación de la viceministra de la Mujer, Marcela Huaita; la ex directora del Movimiento Manuela Ramos, Ana María Yáñez; y Rosario Sasieta, ex congresista y autora de la Ley 29700, que incluye el Trabajo No Remunerado en las Cuentas Nacionales.
En el foro se señaló que las labores domésticas que realizan las mujeres en nuestro país sin recibir pago alguno tendrían un valor económico equivalente al total del sector Comercio en el PBI. Se indicó que las mujeres que menos trabajan son las divorciadas o las separadas, ya que no tienen una pareja que atender. Por lo tanto, disponen de mayor tiempo para dedicarse a diversas labores de su interés.
Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2010), las mujeres peruanas dedican prácticamente dos tercios de sus vidas a trabajar gratuitamente en labores domésticas. En el caso de las mujeres del ámbito rural, esta realidad es más dura, ya que emplean una cantidad de horas incluso mayor (47 a la semana).
Por otra parte, la Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral (Conamovidi) señala que el trabajo de las mujeres en programas alimentarios aporta al Estado un total de S/.133.036.800 anuales. A cambio, solo reciben algunos alimentos y un magro presupuesto para atender a 200 personas que a diario se dan cita en los comedores populares.
‘Muchos todavía ven el trabajo doméstico como una prolongación de la mujer, algo propio de la femineidad, incluso todo este esfuerzo en casa no se visibiliza ni se reconoce por el Estado’, dice Ana María Yáñez. ‘Mientras al terminar la secundaria el hombre continúa sus estudios, la mujer asume responsabilidades como la de ayudar a la mamá, ir al mercado y cocinar, perdiendo así grandes oportunidades de desarrollo personal y profesional’.