Hay 30 especies de ballenas y delfines registradas en aguas peruanas, aproximadamente, el 37% de todas las especies de cetáceos conocidas en el mundo.
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Esto convierte al Perú en uno de los mejores lugares para el turismo de avistamiento de ballenas y delfines, actividad que representa una gran oportunidad de desarrollo sostenible para las comunidades costeras, según señala el presidente de la Fundación Ballena Azul (FBA), Carlos Lau, grupo ambientalista con sede en Lima dedicado a la protección de mamíferos marinos.
‘De julio a octubre tenemos una buena temporada de avistamiento de ballenas jorobadas en Piura y Tumbes. Se estima que son más de mil ballenas de esta especie que viajan 7 mil kilómetros todos los años para parir y reproducirse en las aguas tropicales de la costa norte del Perú’, explica Lau.
Para aprovechar este gran espectáculo natural, sin embargo, hay que trabajar con respeto y conocimiento. ‘El turismo de avistamiento de animales marinos no está regulado en nuestro país. Si esto no se regula y se llega a una demanda excesiva o informal, estos bellos cetáceos podrían sufrir el peligroso acoso de las embarcaciones; imagina que una de estas se tope con una ballena madre al lado de su cría, podría hacerle daño o afectar su comportamiento’, alerta Lau.
A nivel internacional, además, las ballenas están amenazadas por la pesca irresponsable, la contaminación, la pérdida de hábitat y la ‘caza científica’ que realiza Japón.
Precisamente, el Grupo de Buenos Aires, que integra el Perú junto a otros países de la región, acaba de reafirmar su compromiso con la protección de las ballenas al rechazar la temporada de caza que anuncia Japón en aguas antárticas.