Los negociadores del gobierno de Colombia y de las FARC instalaron oficialmente ayer la mesa de diálogo en Oslo (Noruega) , para intentar poner fin a casi medio siglo de conflicto armado en este país.
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Sin embargo, las diferencias se hicieron evidentes: mientras los delegados del gobierno, liderados por el ex vicepresidente Humberto de la Calle, reafirmaron que la fase II de este proceso se ceñirá a los cinco puntos acordados en la ruta de la paz; las FARC , representadas por Luciano Arango Marín, alias ‘Iván Márquez’, sostuvieron que ‘la paz no significa el silencio de los fusiles, sino que abarca transformar la estructura del Estado’.
De la Calle aclaró que el fin del conflicto armado ‘es la antesala de la paz’. Eso implica que la fase II del proceso culminaría con el fin de la guerra, pero a su vez empezaría un proceso de reconstrucción social con el desarrollo de la fase III, la cual implica el desarrollo de compromisos que hayan adquirido las partes. ‘Aquí no vamos a entrar en las eternas discusiones sobre el modelo económico. Las FARC, una vez que depongan las armas y que firmen el acuerdo final, podrán hacer política como organización’, aseguró De La Calle.
Por su parte, ‘Iván Márquez’ criticó la política económica del gobierno y la explotación de recursos de las multinacionales.
Con respecto al líder guerrillero extraditado y que purga prisión en Estados Unidos, ‘Simón Trinidad’, Arango indicó que ‘tenemos la esperanza’ de que esté presente en la mesa de diálogo.
En Bogotá, el politólogo colombiano Vicente Torrijos aseguró que el ‘discurso mesurado’ del gobierno fue a contramano del ‘discurso combativo’ de las FARC.
‘La negociación será más difícil, pues el gobierno está repitiendo errores del pasado. Negociar en medio del conflicto hace que las FARC sigan siendo consideradas una organización terrorista, que al mismo tiempo está negociando la refundación del Estado’, concluyó Torrijos.