Por Marcos Chumpitaz
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Es inevitable. A medida que uno cruza el umbral de los 30 años, muchos aspectos perceptibles de nuestro cuerpo comienzan a cambiar. La capacidad auditivia disminuye, la grasa aumenta y la piel se torna frágil.
Sin embargo, es en los ojos donde esta huella se ve con mayor claridad.
A partir de los 40 años, ya resulta difícil la lectura sin lentes. Los ojos enfocan con más dificultad los objetos y aparecen males como la miopía y la presbicia.
Hasta hace poco, la cirugía láser era el tratamiento preferido para los pacientes que querían olvidarse de los anteojos. Sin embargo, una nueva alternativa llamada ‘lentes intraoculares’ le está ganando terreno al láser en muchas aspectos.
Son pequeños dispositivos ópticos que se colocan de forma permanente al interior del ojo. Una vez allí le añaden a la vista el enfoque que necesita para recuperar su agudeza.
Esta solución tiene la ventaja de ser indolora y rápida, el paciente se recupera rápidamente. ‘Están diseñados para ser duraderos y no se tienen que cambiar. Solo se retiran si aparece algún otro problema como las cataratas, lo que obliga a la colocación de otro lente’, señala Luis Tobaru, oftalmólogo de la clínica TG Laser Oftálmica.
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Hay dos tipos de lentes intraoculares: los fáquicos que se usan en pacientes con miopías e hipermetropías moderadas y altas; y los seudofáquicos, usados para restablecer la visión luego de una operación de cataratas. En la actualidad, la gama de lentes intraoculares ha crecido considerablemente. Las nuevas generaciones ayudan a recuperar la visión lejana, intermedia y cercana al mismo tiempo.
‘Se ha evolucionado mucho.* Ahora los pacientes que ya han sido operados de cataratas y desean mejorar su visión pueden usar lentes intraoculares* como los Add On, que se colocan sobre los lentes previamente implantados. Gracias a ello pueden ver de cerca y de lejos sin problemas y ya no dependen de los anteojos’, indica Tobaru.