El asombro por las cosas tan simples de la vida solo puede ser manifestado de manera tan sincera por un niño. La inocencia de no saber de dónde o de quién proviene tal o cual sonido enternece a cualquiera. Su confusión inicial se transformó en pura emoción cuando descubrió que a quien escuchaba era a su querida madre.
Luego experimenta, señala su oreja como advirtiendo que ya escucha. Sin duda, la sonrisa y alegría de un niño no tiene precio.