¿Podría existir una píldora que cure el racismo? Científicos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido acaban de descubrir que el medicamento propranolol, que se utiliza para tratar problemas cardiacos, redujo dramáticamente los ‘prejuicios raciales’ en las personas que fueron sujetos de estudio.
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El equipo realizó ‘pruebas de asociación implícita’ a voluntarios ‘blancos’ (consumidores y no consumidores de la droga), y registró las palabras que ellos asociaban con imágenes de personas negras. El prejuicio era tres veces más alto sin el propranolol, una droga que se suele prescribir para casos de angina y arritmia cardiaca.
‘La droga suprime las emociones básicas como el temor’, dijo a Publimetro la autora principal del estudio, Sylvia Terbeck, quien cree que este es un descubrimiento significativo en la psicología del racismo: ‘Esto demuestra que existe mucho temor en los racistas’.
Sin embargo, aún no están bien definidas sus repercusiones. ‘Es un área interesante de investigación pero también genera cuestiones éticas serias’, dice Adam Kolber, un psicólogo de la Escuela de Leyes de Brooklyn. Él opina que si los resultados son acertados, podrían existir oportunidades en las que se presionaría a las personas a consumir la droga quizá como un requisito para la libertad condicional de algunos presos.
Kolber también cuestiona la metodología del estudio. Aunque la prueba de asociación implícita es respetada, el racismo implícito es ‘difícil de medir’ y puede resultar en un análisis ‘superficial’. La investigación no se ocupa del racismo explícito.
Aunque el estudio de Terbeck está causando emoción en los círculos de psicología, los activistas contra el racismo temen que este enfoque pueda menoscabar los esfuerzos comunitarios.
‘Deberíamos estar convenciendo a las personas de que el racismo es malo en lugar de tapar las grietas de la sociedad con esta cura milagrosa’, dijo a Publimetro Ian Pattinson, vocero de ‘Jóvenes contra el Racismo’ en Europa. ‘Los prejuicios necesitan ser combatidos activamente’, agregó.
Pero el equipo de la Universidad de Oxford confía en su investigación y ya trabaja en la siguiente fase.