En un discurso dirigido a los obispos de la VIII región de los Estados Unidos que se llevó a cabo en el Vaticano, el sumo pontífice criticó la práctica generalizada de la convivencia, “a menudo por parejas que parecen no darse cuenta de que es un pecado grave, por no hablar de perjudicial para la estabilidad de la sociedad”.
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Sobre el mismo tema dijo que hay una necesidad urgente de toda la comunidad cristiana para recuperar el aprecio de la virtud de la castidad “que presenta la comprensión cristiana de la sexualidad como una fuente de la verdadera libertad, la felicidad y el cumplimiento de nuestra vocación humana fundamental e innata de amar”.
En líneas generales, el Papa abordó la crisis contemporánea del matrimonio y la familia, y de la visión cristiana de la sexualidad humana, por lo que los comentarios a las uniones homosexuales no estuvieron ausentes. Sobre esto último aseguró que “las diferencias sexuales no pueden ser tomadas como irrelevantes para la definición de matrimonio”.
El Papa animó a la Iglesia en los Estados Unidos a perseverar en su misión histórica de educar a los jóvenes y así contribuir a la consolidación de la vida familiar, en un país, afirmó, “castigado por los acontecimientos de la última década”, en referencia a los escándalos de abusos del clero contra menores.
