Hace unos días, las fuerzas de seguridad irrumpieron en la casa de Amad. ‘Deja de participar en las protestas en contra del gobierno o nos llevaremos a tu hijo’, le dijeron a su esposa.
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Amad, de 31 años, tuvo suerte. Desde que la revolución siria empezó, más de 400 niños han sido asesinados, según denunció la ONU. ‘Hace 8 meses, me escondí, y mi mujer y mis hijos se mudaron a casa de sus padres’, cuenta a Publimetro Musa, otro activista y padre de dos hijos menores. ‘Es más seguro para ellos, incluso teniendo en cuenta que las fuerzas de seguridad vigilan la casa’, asegura.
Este mes, Afaf Al-Sarakbi, un bebe de 4 meses, fue tomado por las fuerzas de seguridad. Cuando se lo devolvieron a su tío, estaba muerto y con signos de haber sido torturado.
En la ciudad de Jisr al-Shughur decapitaron a un bebe de 7 meses delante de su madre. Los soldados llegaron para detener al padre. Un oficial amenazó con matar a los hijos de otra pareja si el padre no acataba las órdenes.
Otro niño de 2 años murió después de que un soldado le disparara en el ojo. Varias fuentes dentro de Siria confirman estos hechos.
‘Mataron a muchos niños y otros tanto han sido arrestados’, dice Anna Neistat, una experta siria en temas de derechos humanos. ‘El número de niños en prisión es horrible. De algún modo, la cárcel es peor que las matanzas. Matar nunca está justificado, pero parece ser que, en algunos casos, mataron a los bebes por equivocación’.
La revolución siria ya dura más que la de Egipto, Túnez y Libia, y está marcada por una mayor carga de violencia contra los manifestantes pacíficos que en el resto de países.
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Hasta la fecha, las fuerzas de seguridad han matado a más de 5 mil sirios desarmados.
Pese a las muertes y la feroz represión, la revuelta contra el régimen del presidente Bashar al-Assad gana fuerza poco a poco y aumenta el número de personas que la secundan. La campaña contra el régimen continúa, pese a la presencia de observadores de la Liga Árabe.
‘¿Cómo puede alguien matar a un niño?’, se pregunta Amad, quien, al igual que Musa, arriesga su vida por hablar con Publimetro. ‘Nuestra única alternativa es ser optimistas ante la posibilidad de que los actuales dirigentes se vayan’, dice.
Al igual que él, su esposa e hija, Emar, permanecen escondidas. Emar significa ‘libertad’ en un antiguo dialecto sirio.
La frase ‘nosotros queremos la libertad’ es ahora el canto de la revuelta siria, dice Amad. ‘Es lo que yo le canto a mi hija’, concluye.