El crucero Costa Concordia que naufragó el viernes era el orgullo del armador italiano Costa, que había convertido a este palacio flotante del tamaño de tres canchas de fútbol en templo dedicado al bienestar y la diversión. Al igual que el ‘Titanic’ en su época, el ‘Costa Concordia’ acumuló todos los superlativos. Nave almirante de la flota Costa desde su lanzamiento en 2006, esta hazaña de los astilleros italianos Fincanteri era el barco más grande construido en Italia: 290 metros de eslora y 38 de manga.
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Para maniobrar y mantener a este gigante de los mares dotado de 13 cubiertas, se necesitaban no menos de 1.068 tripulantes para una capacidad total de 3.780 pasajeros distribuidos en 1.500 camarotes, de los cuales 505 con balcón privado, sumados a unas 70 suites de lujo.Para alimentar a esa cantidad de gente tenía cinco restaurantes, incluyendo el exclusivo “Club Concordia” donde solo había mesas reservadas para una clientela de alto nivel.
Era ante todo por sus servicios dedicados al bienestar que el “Concordia” se había ganado la fama desde sus primeros viajes: cinco jacuzzis, cuatro piscinas con techo transparente móvil, terreno deportivo para actividades múltiples, pista para correr al aire libre, etc. Destacaba sobre todo el Samsara Spa, presentado oficialmente como el centro de cuidados y de estética corporal más grande jamás instalado a bordo de un barco.
Una vez relajados, los pasajeros podían ir a un teatro construido sobre tres pisos mientras que los jugadores accedían a un casino, sin olvidar la discoteca donde se organizaban veladas temáticas dignas de la serie televisiva “El Crucero del Amor”.
Para los más serios, el “Concordia” disponía de acceso a internet y de una biblioteca, mientras que los adeptos a las compras podían dedicarse a su pasatiempo favorito en decenas de tiendas. Otros podían divertirse con simuladores de automovilismo “Grand Prix” o mirar una película en la pantalla gigante instalada en la cubierta de piscina.