El estado de Georgia (sureste de EEUU) ejecutó el miércoles al condenado Troy Davis, pese a las protestas internacionales que levantara el caso debido a dudas sobre su culpabilidad en el crimen de un policía cometido en 1989.
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Tras una deliberación inusualmente lenta, la Corte Suprema de Estados Unidos retrasó por más de tres horas la ejecución de Davis, que finalmente murió por una inyección letal a las 23:08 pm locales (03H08 GMT del jueves), informó la cárcel de Jackson, 77 km al sureste de Atlanta.
Según testigos de la ejecución, Davis reiteró ser inocente en sus últimas palabras. La pelea en la que murió el policía “no fue mi culpa, yo no tenía arma”, declaró, según contó un periodista local que presenció cuando le inyectaron la sustancia mortal.
Durante el miércoles la defensa de Davis, en el corredor de la muerte por 20 años, agotó las posibilidades legales en el estado de Georgia, al ver rechazados sus recursos pidiendo reconsiderar la decisión de negarle clemencia, ampararse en un recurso de habeas corpus y suspender la ejecución.
El caso suscitó una movilización internacional inédita al revelarse que nueve testigos del asesinato que declararon durante el juicio de 1991 e identificaron a Davis como el autor del disparo del incidente en Savannah se retractaron de sus dichos y afirmaron haber sufrido presión policial.
“Es un escándalo, no se debe ejecutar a alguien sin pruebas y basándose únicamente en la evidencia visual”, dijo a la AFP el reverendo Al Sharpton, activista por los derechos civiles.
El martes Amnistía Internacional difundió una carta en la que Davis insta a sus seguidores a continuar batallando contra la pena de muerte.
“Esta lucha es por todos los Troy Davis que vinieron antes que yo y todos los que vendrán después de mí”, dijo. “Estoy de buen ánimo y estoy orando y en paz. Pero no voy a dejar de luchar hasta haber exhalado mi último aliento”.