La genética, nuestros hábitos y el estrés con el que vivimos a diario son factores que contribuyen en la forma en la que funciona el metabolismo de cada persona. Aunque parezca increíble, bajar de peso está ligado a dichos factores, incluyendo, no solo lo que comemos, sino la cantidad de sueño que tenemos cada noche.
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Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, más del 35 por ciento de las personas tienen falta de sueño. Cuando consideras que la estadística de obesidad es casi idéntica, es fácil conectar los puntos y descubrir que la conexión no es una coincidencia.
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¿Te ha pasado que cuando estás despierto en la madrugada, se te antoja comida chatarra? Esto se debe a que la falta de sueño altera los niveles de las hormonas que controlan el apetito. Por ello, las personas que duermen más, son menos propensas a elegir alimentos altos en azúcar y grasas.
Un estudio de la Universidad de Desórdenes del Sueño de Washington, encontró que dormir una hora y media más podría ayudarte a perder peso. Sí, dormir menos de siete horas por noche está relacionado con una mayor cantidad de masa muscular, un peso más alto y mayor influencia genética en el IDM.
No dormir lo suficiente puede reducir los beneficios de cualquier dieta, según un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine. Para llegar a esto, se realizó un experimento en el que se sometió a un grupo de voluntarios a un menú completo por un mes y diferentes horarios de sueño. Cuando sus cuerpos recibieron el descanso adecuado, la mitad del peso que perdieron fue de grasa.
Sin embargo, cuando redujeron el sueño, la cantidad de grasa perdida se redujo a la mitad, a pesar de que seguían la misma dieta. Además, se sentían significativamente más hambrientos, estaban menos satisfechos después de las comidas y carecían de energía para hacer ejercicio.
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Los periodos de sueño cortos influyen en gran medida en los genes relacionados con la obesidad, cadenas de ADN asociadas con la saciedad, el uso de energía y la habilidad de procesar glucosa. Aunque este estudio no establece un tiempo adecuado de sueño, sí sugiere un parámetro de entre 7 y 8.9 horas por noche.
Cuando no duermes lo suficiente, aumentan los niveles de cortisol, la hormona del estrés que se asocia frecuentemente con la ganancia de grasa. El cortisol también activa centros de recompensa en tu cerebro que te hacen querer comer.
Al mismo tiempo, la pérdida de sueño hace que tu cuerpo produzca más ghrelina. Una combinación de ghrelina alta y cortisol cierra las áreas de su cerebro que lo dejan satisfecho después de una comida, lo que significa que tendrás hambre todo el tiempo, incluso si acabas de tener una gran comida.
Por Nueva Mujer
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