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VANNA PEDRAGLIOCOACH DEPORTIVA Y NUTRICIONAL
Primero es importante tener claro qué es un hábito. Se trata de una costumbre -puede ser una acción o pensamiento- que reproduces sin prestar atención de manera repetitiva o automática. Para llegar a ello debe haber ocurrido una etapa de aprendizaje hasta que tu subconsciente empiece a actuar por sí solo.
Según los expertos, si repites lo mismo durante un período más o menos de 21 a 30 días, podrás integrar dicha acción a tu subconsciente.
Pero no todo sucede de manera tan mecánica. Todos tenemos hábitos que nos encantan porque nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos, ya que así nos organizamos de manera fácil todos los días. ¿Pasará lo mismo cuando intentemos introducir algo que no nos gusta hacer pero que sabemos que mejorará nuestra calidad de vida? Les pongo un ejemplo: la meditación es una actividad difícil de desarrollar porque no necesariamente tiene un recompensa inmediata o evidente. Somos conscientes que hacerlo a la larga nos beneficiará para concentrarnos mejor, reducir el estrés y aumentar nuestra autosatisfacción. Pero hay que ser realistas y los que ya hayan intentado meditar, saben que puede llegar a ser frustrante. Puede que los hábitos que más nos cuestan sean los que más beneficios nos traen: comer más verduras, usar hilo dental, despertarnos tempranos a hacer deporte, etc. Para ayudarlos a incorporarlos en la vida cotidiana, les dejo aquí algunos truquitos:
1.- Cambia solo un hábito cada mes. Eso de querer comer más saludable, hacer deporte y dejar de fumar al mismo tiempo esta comprobadísimo que no funciona. Necesitarás demasiada energía y tiempo para lograr todos estos cambios en simultáneo. No se trata de perder tiempo, pero sí de invertirlo de manera inteligente y eficiente. Durante el primer mes necesitarás mucha fuerza de voluntad, porque tu mente y tu cuerpo se resistirán al cambio. Así que te recomiendo que toda tu motivación y decisión tengan un plazo, digamos un mes. Así te será más sencillo perseverar durante ese tiempo.
2.- Identifica tus obstáculos. Es muy importante querer el cambio siendo consecuentes con nuestras capacidades de hacerlo. Pregúntate por qué no te gusta lo que te propones cambiar. Por ejemplo, si quieres crear el hábito de correr, al hacerlo por primera vez no intentes salir a correr una hora. Para muchos, eso ya es bastante. Mejor anda poco a poco, intenta primero 20 minutos o correr y caminar de manera alterna. El cambio debe ser -dentro de la disciplina- algo placentero. Identifica cuál es tu condición física actual y en función a ella adapta tu entrenamiento. Eso sí, planifica cuántas veces por semana lo harás y comprométete contigo mismo. Otra razón por la que la mayoría deja de hacer una actividad es por desanimarse al creer que la están haciendo mal. No te preocupes, la práctica hace al maestro, dominar una acción toma tiempo. Poco a poco irás progresando, necesitas paciencia.
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3.- Busca activamente soluciones. Todo problema siempre tiene una solución. Una vez que hayas identificado tus puntos débiles empieza a buscar las herramientas o posibilidades de acción para superarlos de manera exitosa. Por ejemplo, si sabes que en las primeras semanas no podrás levantarte temprano con facilidad para hacer deporte, queda con algún amigo. El compromiso hacia los demás te generará una motivación extra. Hazlo de esta manera por las primeras dos semanas. Lo más importante en este proceso de cambio es la búsqueda activa de soluciones, que te ayudará a entender que en la vida no debes ver los fracasos o los problemas como tales. Son tan solo parte de la práctica de encontrar soluciones. Toma en cuenta que más de una vez la recompensa no llegará de manera inmediata. Los placeres en los cambios no son rápidos, si así fuera, no tendrían el valor que realmente tienen cuando después de mucho esfuerzo te das cuenta de que al fin y al cabo todo se trata de disfrutar la sensación de que estás haciendo algo para que mejore tu vida.