Todo deportista sabe que el éxito está determinado por muchos factores, pero uno de los principales es el componente psicológico o la fuerza mental. Sin este, difícilmente podremos hablar de un deportista exitoso aunque tenga una buena técnica y preparación física. Y no se trata solo de motivación: hay una conexión física entre el sistema nervioso y el sistema muscular, una interdependencia que -según como funcione en el momento en que estemos realizando ejercicio- puede ser positiva o negativa.
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Seguramente te ha pasado que después de un día difícil o cargado de trabajo, al salir a correr te sientes cansado y sin fuerzas. O que en medio de una carrera solo te vienen a la cabeza pensamientos negativos del tipo ‘no puedo más’ o ‘no voy a ser capaz de lograrlo’. Es aquí donde surge la pregunta, ¿realmente estamos físicamente incapacitados de lograrlo? ¿O es la mente la que nos están jugando en contra?
Podemos hablar por un lado del cansancio o fatiga física de nuestra parte motora y coordinativa, y por otro lado del cansancio nervioso, referido a la mente, los sentidos y las emociones. Nunca se manifiestan de manera aislada, lo hacen de forma combinada y dan lugar a diversos síntomas. La fatiga mental normalmente está relacionada a la falta de concentración y a errores en los movimientos más simples, cierta irritabilidad o el deseo de abandonar cualquier cosa que estemos realizando. Todo esto se transfiere a una pesadez muscular acompañada de una percepción de molestias o pequeños dolores, alteraciones en el ritmo cardiaco y respiratorio o falta de coordinación y errores de ejecución. Y puede suceder teniendo la mejor condición física.
Así de fuerte es la influencia de nuestra mente sobre nuestro cuerpo. Por eso, dependiendo de la modalidad deportiva o el tipo de ejercicio que se esté realizando, debemos estar más atentos al tipo de entrenamiento que realmente necesitamos para lograr un rendimiento óptimo en competencia o en nuestra rutina diaria. Por poner algunos ejemplos, en el caso del fútbol, existen una gran cantidad de estímulos ambientales aparte de una alta demanda física. Es por ello que en este deporte el cansancio cognitivo puede influir mucho más que en otros deportes. En cambio, en deportes más cíclicos o repetitivos como el running o el ciclismo, la implicancia cognitiva con referencia a estímulos externos es mucho menor; en estos casos tienen un rol mucho más protagónico los factores emocionales internos, como la motivación y la persistencia. En el caso del esfuerzo físico, se puede notar una mayor diferencia entre los entrenamientos de corta o larga duración. Los trabajos intensos cortos producen una mayor fatiga física y los entrenamientos prolongados podrán producir mayor cansancio mental. Los elementos que influyen en la fatiga son complejos y definitivamente muy variables -la intensidad, el clima, etc.-, pero es cierto que ejercicios más prolongados pueden afectar más nuestra fatiga mental y emocional.
Es muy importante saber diferenciar ambos tipos de cansancio para poder combinar los entrenamientos que nos ayuden a fortalecer no solo la parte física, sino también la mental, sensorial y emocional o motivacional. Para ello, los entrenamientos son claves, el camino es definitivamente más importante que la meta en sí. Unos simples consejos: retarse cada día con metas pequeñas, ser conscientes de los pensamientos positivos y lo que nos cuesta lograr conseguir un buen entrenamiento; dormir bien y tener una buena nutrición.