Parece una muestra de arte como cualquier otra, excepto por una cosa: todos los cuadros son falsos. Son unos 40 óleos, acuarelas y grabados atribuidos a artistas como los argentinos Quinquela y Berni, el brasileño Portinari o el uruguayo Paez Vilaró, con detalles como agujeros de polillas simulados en los marcos para darles mayor realismo.
Y están expuestos en el ministerio de Hacienda de Buenos Aires.
“Por primera vez en nuestro país el ciudadano va a poder observar obras que son apócrifas y que entran en el mercado negro, lo que significa que atentan no solamente contra todos nosotros sino con todos los artistas plásticos, sus familiares y las galerías”, dijo Mario Naranjo, coordinador del área de Patrimonio Cultural del Ministerio de Hacienda.
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La muestra está desprovista de alarmas, pero es celosamente custodiada por personal de Interpol, no por su valor artístico sino como prueba del crimen. Es que son parte de una investigación judicial, y deben volver al juzgado hasta que finalice la causa.
Luego serán destruidas para evitar que lleguen al mercado.
“No tomar en cuenta la dimensión de lo que implica este ilícito es como seguir en la nebulosa de saber, cuando uno compra, si realmente es verdadero o falso”, dijo Naranjo.
Este delito mueve millones de dólares y según los organizadores de esta peculiar muestra se lo considera el más importante a nivel mundial después del tráfico de armas y de drogas.