MARÍA PÍA BARRIENTOS
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Y estás ahí, al borde del cerro, del precipicio. Juraste no mirar hacia abajo, pero desde ahí resulta imposible no hacerlo. Con solo voltear la cabeza ves la Plaza de Acho, la Catedral, los cerros…tragas saliva. “No seas tarada, ya estás acá”, te cachetea tu voz interna. “Relaja, estás con un capo”, te dices más conciliadora, mientras ruegas no estamparte contra un Apu.
CAPO DE ALTURA Juan Ortiz no solo es el creador del parapuerto que opera en el Cerro san Cristobal. El campeón de parapente es un hombre con incontables horas de vuelo. Es que tuvo suerte; descubrió que su pasión estaba en el aire cuando solo tenía 13 años.
“Comencé con las alas deltas por mis primos, que me usaron de conejillo de Indias. Ellos corrían con las alas y no podían levantarse. Yo agarré una, corrí un poquito y la controlé. Cuando levanté los pies del suelo sentí como una corriente y dije, ‘esto es lo que quiero hacer’”, relata. Un año después de su debut en las alturas ya era instructor de paracaídas en Collique.
A Juan muchas veces le dicen que está loco por vivir volando. “Los locos son ellos porque no lo hacen; la experiencia te la llevas tú”, sentencia.
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CORRE Y VUELA Estas parada. Cierran innumerables correas alrededor de tu cuerpo, te ponen el casco. Respiras. De pronto ya estás unida a él, al instructor. El viento sopla fuerte. El parapente aún está recostado en el suelo. De pronto se infla, sientes su fuerza alzarte, zarandearte, controlarte. Te persignas. Las piernas te tiemblan incontrolables. Estás a punto de salir. De pronto, Juan para el ritual en seco. ‘El viento no es adecuado’, indica. Te tropiezas, te ayudan a ponerte en pie. La maroma se repite idéntica una vez más, tampoco pueden despegar.
Te persignas por tercera vez consecutiva. ‘Da dos pasos’, dice Juan. Estás a 400 metros de la ciudad, al borde de la nada. Y saltas. Sientes la adrenalina a mil. Por un segundo gritas y luego…solo disfrutas. ¡Estás volando!
ATERRIZAJE Juan controla el parapente a la perfección. Tras el susto inicial todo es paz. Miro las casas debajo de mis pies. El parapente se bambolea sereno. El tiempo pasa rápido. Es hora de bajar. No quiero. El aterrizaje no tiene mayores problemas. Solo pongo los pies y Ortiz hace lo demás. ‘El vuelo dura entre 10 y 15 minutos. La ruta es así: sobrevolamos el Paseo de las Aguas, la alameda y el convento de los Descalzos y aterrizamos en el club de tiro’, explica Juan.
Finalizado el viaje, pienso en la frase que Juan Ortiz me dejó: ‘el día que te mueras solo te vas a llevar lo vivido, nada más, todo lo demás se queda acá. Entonces, tus experiencias son lo más importante”. Eso es lo que me llevo.
MÁS DATOS Horario De martes a domingo a 11 a.m. a 5 p.m. Costo: S/.200 Más información en el fanpage de Facebook Viento Sur-Parapente-Cerro San Cristobal