Con el experimento, Tronick demuestra cuán importante es la interacción para el desarrollo de los niños. El doctor explica: ‘Los bebés tan pequeños son muy susceptibles a la información y la interacción que tienen con el mundo. Esto es algo que comenzamos a estudiar hace 30 o 40 años, cuando la gente creía que los niños no necesitaban interactuar socialmente.
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En el ‘still-face experiment’ lo que hacemos es pedir que la madre se siente y juegue con su bebé de un año. Ella saluda al bebé, la bebé la saluda de vuelta […] La madre intenta involucrarse con la bebé y jugar con ella. Están buscando coordinar sus emociones y sus intenciones. Eso es lo que el bebé necesita. Después le pedimos a la madre que deje de responder al bebé.
La bebé lo nota rápidamente. Utiliza todas sus habilidades para hacer que su madre responda. Le sonríe, señala. La bebé levanta ambos brazos y dice: ‘¿Qué está pasando?’. Hace ruidos agudos […]. En los dos minutos donde no obtiene la reacción que busca, la bebé comienzan actuar de forma negativa, se voltea, siente estrés y pierde el control’.
El doctor señala que es que es posible recuperar la alegría del bebé una vez que volvemos a prestar atención al niño, ‘lo malo sería si no devolvemos al bebé la oportunidad de interactuar con sus padres’.