¿Pagarían por ver a personas de diferentes etnias exhibirse en un zoológico? La gente del siglo pasado sí lo hizo. Estas personas pagaban por ver ‘espectáculos’ en los que distintos grupos de origen africano reproducían sus costumbres para el deleite de los visitantes. El noruego Mohame Ali Fadlabi y el sueco Lars Cuzner revivieron esta tradición. Su proyecto se llama Kongolandsbyen y está ubicado en Oslo, la ciudad más poblada de Noruega, en el mismo sitio que albergó, en 1914, un zoológico humano.
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Esta exposición pretende reconocer el pasado racista de Noruega. Su creación costó alrededor de 167.000 dólares, que fueron donados por el organismo gubernamental Arte Público de Noruega (KORO).
Para reunir a todas las personas que habitarán esta atracción, se lanzó una convocatoria pública e internacional dirigida al pueblo africano y a cualquier ser humano que deseara habitar una de las chozas que decoran el Kongolandsbyen.
El proyecto ha sido catalogado como ‘vergonzoso’, pues en el pasado los zoológicos humanos exhibían a personas como prueba de que la sociedad de occidente era la más avanzada del mundo.
Esto, sin mencionar que los reclusos en este zoológico no tenían derecho a médicos o a una muerte digna. En 1914, en Bélgica, alrededor de 267 congoleños fueron enterrados en una fosa común en completo anonimato.