Vida y Estilo

Ballet para toda edad: conoce sus beneficios

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El ballet no solo es cosa de niñas y jovencitas. Esta disciplina, que suele iniciarse a los 4 años de edad, se ha convertido hoy en una buena alternativa para mantenerse en forma entre mujeres que ya bordean los 50 años.

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‘Es una buena manera de que las mujeres adultas trabajen y estilicen su figura, estiren músculos y, de paso, se relacionen y compartan experiencias con chicas más jóvenes’, cuenta a Publimetro Nazareth García, profesora de ballet profesional.

García, que en su escuela barranquina Nazareth Danza y Arte, brinda clases de ballet a alumnas de hasta 50 años, explica que esta danza no tiene una edad límite, pese a la creencia de que tan solo los más pequeños pueden iniciarse en esta forma de arte. ‘La edad no es un impedimento. Hay niñas que pese a ser jóvenes no tienen mucha flexibilidad’, dice García, quien es bailarina del Ballet Nacional del Perú.

Los talleres de Nazareth García en Barranco duran una hora y media en promedio y son visitados por chicas de todas las edades. ‘No es necesario separar los grupos por edades. ¿De qué serviría? Al principio, a las mayores les cuesta adaptarse, pero enseguida se adaptan’, dice.

Además de fortalecer los músculos y el equilibrio, en los talleres también se enseña a cuidar la alimentación , un aspecto muy importante para el buen desempeño de los movimientos. ‘Aunque no las presiono mucho para bajar de peso, sí les digo que coman menos azúcar y más verduras’, bromea.

Los interesados en tomar un taller de ballet para adultos pueden visitar la web www.nazarethdanzayarte.com . También se puede llamar al teléfono 733-7235.

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Beneficios Estas son algunas de las ventajas para la salud de practicar ballet. * El ballet requiere un trabajo mental muy complejo, por lo que mejora la memoria cinética (ligada al movimiento). * Ayuda a tonificar los muslos. * Mejora la postura del cuerpo y la coordinación de la persona.

El ballet me pone regia (Mari Siles – Bióloga y profesora en la Universidad de San Marcos) Mi afición por el ballet comenzó desde muy pequeña. Con 5 años, le pedí a mi madre que me inscribiera en una escuela porque me encantaba. Lo practiqué sin parar hasta los 14 años.

Treinta y cinco años después, decidí retomar mis clases y busqué talleres para gente adulta. Ahora tengo 50 años. Llevo ya año y medio tomando clases de ballet. Al principio, lo veía como una forma de mantenerme, en lugar de ir al gimnasio. Sin embargo, la actitud exigente de la profesora hizo que viera mis clases como un lugar de aprendizaje, no para pasar el rato.

Pese a que la base que había adquirido de pequeña me ayudó mucho, al principio sentía mucha fatiga y dolor. Pero la profesora siempre me animaba y me obligaba a seguir.

El ballet se ha convertido en un quehacer, al mismo nivel que ir a trabajar. Ahora estoy realmente regia.

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