Puedo sentir la ira brotar en mi cuerpo, es como si estuviera ahogándome luego de otra pelea más con mis padres. Corro a mi habitación y tiro la puerta. Mi mente se acelera. Quiero relajarme pero la única forma de hacerlo es viendo mi propia sangre. Sin pensarlo, cojo una cuchilla de mi escritorio y la presiono contra mi brazo. Sentir que un objeto filudo se desliza por mi piel hace que el dolor y las lágrimas desaparezcan, y me da una sobrecogedora sensación de control.
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La primera vez que me corté, a los 13 años, no imaginaba que fuera el comienzo de algo que se convertiría en parte de mi vida durante los siguientes 13 años. No sabía como lidiar con mis emociones, y cortarme parecía darme una vía de escape. Me daba poder.
En el 2005, tras ocho años de terapia, me topé con YouTube. Allí vi videos de personas que hablaban sobre sus vidas, y decidí hacer uno en el que contaba mi historia, haciéndome llamar xsullengirlx.
La respuesta fue sobrecogedora: gente de todo el mundo me contactó. Me decían que se sentían solos, pero que escuchar mi historia?les hizo darse cuenta de que había personas que vivían lo mismo que ellos. Continué haciendo videos en los que hablaba de formas de afrontar este problema, ya que era consciente de que muchos de mis seguidores eran adolescentes. Hablar de mí en YouTube fue terapéutico, y pude hacer la diferencia.
El lado negativo fue que otras personas publicaron videos explícitos de cortes, y elogiaban el hecho. ‘Muchos jóvenes que se cortan entran a Internet para buscar apoyo’, dice un reciente estudio de la Universidad de Guelph (Canadá). Y eso es cierto. ‘Pero al mismo tiempo pueden ver videos que muestran la autolesión como una conducta típica. Estos videos pueden desecandenar el deseo de herirse’, agrega.
Los videos muestran heridas y cortes frescos, y son editados para que parezcan videos musicales sexys y tentadores para los adolescentes. Son atractivos, por cierto. ¿Quién no quiere lucir como una estrella emo de Crepúsculo, sangrienta pero ‘cool’?
El truco, si eres padre, es ayudar a tu hijo a distinguir entre esos videos y los que sirven de apoyo. Y conversar con él. Para muchos adolescentes, la salud mental es un tabú, sobre todo la autolesión. Espero que mi trabajo informe a quienes lo necesitan.
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Para mí, cada día es un paso hacia adelante, pero la recuperación es una palabra a la que ya no le tengo miedo. Al hablar sobre esto, afronto mi problema de una manera saludable.
Si yo puedo hacerlo, creo que cualquiera puede.