‘Despacito, suavemente, ámame en cámara lenta,
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en voz baja, susurrando, ámame en cámara lenta’.
Durante una cena con amigos en Miami Beach, y a tono con la conversación sobre sexualidad, recordé algo que había leído sobre un aparato llamado ‘succionador del clítoris’. Claro que no lo mencioné. Mi respuesta fue que el sexo es comunicación. El verdadero sexo está unido al afecto, a una relación basada en la intimidad (ser yo estando contigo, poder expresar lo que siento y ser aceptado, amado, mantener una relación transparente y donde la confianza es la ley), la compresión, lealtad, etcétera.
Esto es algo muy diferente a lo que pasa en un mundo híper sexualizado, donde el sexo es visto como algo mecánico, sin afecto, sin compromiso y que solo persigue el placer rápido. Un ‘préstame tu pene, y yo te presto mi vagina o mi cuerpo’. Si son homosexuales, ‘yo te presto mi cuerpo, para darte y recibir placer, después ni nos volvemos a ver. A veces ni sé cómo te llamas, ni dónde vives’.
Así, el otro se convierte en un objeto, en una especie de vibrador. Obtengo placer con un succionador de clítoris, que me da un orgasmo en dos minutos y se agota cada vez que se pone en venta. Este es un retrato de la hipersexualidad.
Todo lo descrito me lleva a concluir que cada vez somos más analfabetos sexuales. ¿Por qué?
-El sexo rápido no es tan placentero. Los orgasmos en dos minutos no se ven ni en los famosos rapiditos. No es que esté mal si hay deseo, pero no tiempo, aunque no debe ser la norma.
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-Los hombres que desean ser multiorgásmicos deben aprender a concentrarse en las caricias y dejar los genitales para más tarde. Disfrutar lo que se llama «juego amoroso», concentrarse en tocarse, besarse, decir cosas al oído, los gemidos. O sea, ir cocinando lentamente la excitación, el deseo, para tener varios orgasmos cada vez más fuertes.
-Cuando se define a un gran amante, se dice que comienza por la cabeza, besando cuello, orejas, bajando muy lentamente por todo el cuerpo, con una parada importante en los genitales, en el clítoris.
-Un mal amante se convierte en un succionador de clítoris, por su rapidez. Se sabe lo que hará de forma repetitiva y aburrida. Él olvida que las mujeres odian «predecir» siempre lo que hará su pareja. Va directo a lo genital, a la penetración, no sabe «construir» el deseo.
Hacer el amor sin sentir deseo es igual que comer sin hambre. Hemos olvidado que los vibradores no abrazan, ni dicen «te amo». Sin afecto, usted puede tener sexo, pero jamás será un sexo gourmet. No sabe lo que se pierde. Aprenda a tenerlo con fuegos artificiales.
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