PUBLICIDAD
Ismael CalaCoach de vida, conferencista, escritor y periodista cubano@CALA
Como emigrante que soy, me siento impactado por la ola de xenofobia que viene recorriendo América Latina en las últimas semanas, sea en Costa Rica -con acciones de rechazo a los nicaragüenses- o en Colombia, Brasil o Perú -hacia los venezolanos que huyen de su país-.
Quizás la marcha de miles de personas intentando salir por las fronteras genere temores en los países vecinos, pero la respuesta a tal incertidumbre no es en ningún caso la discriminación o incluso la agresión física. Ante una crisis tan grave, la acción humanitaria ha de ser concertada entre todos los gobiernos, para encontrar rápidamente soluciones responsables. No caben las expresiones xenófobas ni los episodios violentos.
La palabra xenofobia, que viene del griego xénos (extraño, extranjero) y phobos (miedo), se fundamenta en el temor a lo desconocido. Aquí entran en juego nuestras creencias preconcebidas, los prejuicios y la desconfianza hacia lo ajeno. Como decía el escritor inglés William Hazlit, ‘el prejuicio es hijo de la ignorancia’.
Algunos xenófobos de nuestro tiempo ni siquiera reparan en el hecho de que ellos mismos fueron emigrantes o descendientes de estos, y que en su momento se marcharon de sus países en busca de mejores oportunidades. ¿Quién no tiene un familiar residiendo en otro país?
Ante la crisis migratoria que vivimos en la actualidad, lo primero es actuar con compasión hacia los que sufren. Y entender que hoy son ellos, pero mañana podríamos ser nosotros los que estemos en esa situación. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), quizás algo conservadores, casi 30 millones de latinoamericanos y caribeños residen actualmente en otras naciones. El 70% de ellos lo hace en Estados Unidos. América Latina no puede tirar piedras a su propio tejado.
PUBLICIDAD
Más de una vez he contado cómo mi vida cambió de rumbo al salir de Cuba, y cómo hice de Canadá, siendo yo un emigrante, mi nuevo hogar. Creo en los procesos de migración ordenados y seguros en beneficio de quienes llegan, pero también de la población de acogida. Ambos grupos pueden beneficiarse de la combinación de sus costumbres y, por qué no, ser cocreadores de una nueva identidad que tome lo mejor de cada quien para un bien mayor.
Por eso, seamos solidarios con las personas que hoy sufren un desarraigo que nadie desea. A través del liderazgo mindful exponencial, centremos nuestra conciencia en las causas que generan este problema: detrás de cada éxodo masivo, siempre hay una guerra, una hambruna, un gobierno inepto… o todo el mal a la vez.
NOTAS RELACIONADAS
‘Emprender en tiempos de cambio’ por Ismael Cala
p=. ‘Felicidad: nueva asignatura en las escuelas de la India’, por Ismael Cala
p=. ‘Date permiso para reinventarte’, por Ismael Cala