POR VERÓNICA KLINGENBERGER – Periodista – @vklingenberger
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El miedo no es algo malo. Esta emoción primaria que surge de la aversión natural al peligro nos ha servido para sobrevivir como especie durante 2,5 millones de años. El temor nos alerta y nos hace precavidos. Por eso, nadie debería señalarnos como alarmistas por estar asustados frente al COVID-19, ayer declarado pandemia por la OMS. El pánico, en cambio, es siempre enemigo de la razón y nos lleva a actuar torpemente, como correr al supermercado para stockearnos de papel higiénico (¿?) o saquear estantes como si solo valiera el sálvese quien pueda. Esta epidemia requiere precisamente de todo lo contrario.
En tiempos como los de ahora, uno ratifica la importancia de una buena comunicación. La responsabilidad que tienen los medios en coyunturas como las de hoy es enorme, pero el lector también debe aprender a detectar noticias falsas y rechazar el pensamiento mágico. Hay que dudar de todas las fuentes. Y hay que quedarse con los medios que sean más prolijos en su investigación e informes. Consumamos con sospecha los audios de WhatsApp, los memes, los textos que se cortan y se pegan como si fueran tu nuevo sticker favorito. Compartamos sobre todo lo que dicen los expertos. Y no nos quedemos únicamente con los locales (el Dr. Huerta o el pediatra limeño de tu pata), miremos más allá de nuestras fronteras: hay especialistas en epidemias muy preparados en todo el mundo. Hay más de 150 artículos científicos a tu disposición.
En el Perú, el gobierno por fin reaccionó ayer. Por decreto, obligó al cierre de todos los colegios del país hasta abril (¿y las universidades para cuándo?) y se dispuso que todas las personas que lleguen al Perú de China, Italia, España y Francia deberán pasar dos semanas en aislamiento hasta descartar que estén infectados. El gobierno también debería estar diseñando un plan de comunicación efectivo y constante, y enfocado en la estrategia que hace unos días, Olivier Véran, el ministro de Salud francés, expuso en directo por televisión nacional: ‘No podemos impedir que el virus circule, pero podemos evitar que demasiadas personas se infecten a la vez’. Luego de eso dibujó un cuadro que resume de un vistazo la estrategia mundial: intentar aplanar la curva epidémica.
Aunque la gran mayoría de contagiados sobreviva sin mayores complicaciones (hasta ahora los síntomas son leves en un 81% de los casos), el arma más letal del COVID-19 es su alto índice de contagio (el 14% de casos pueden desarrollar una neumonía grave y el 5% pueden ser críticos y hasta mortales). También es importante entender que aun cuando la mayoría de personas que han fallecido en Italia, por ejemplo, tenían más de 70 años, una de cada cinco que dio positivo en la prueba tiene entre 19 y 50 años. De hecho, el primer caso que se registró en ese país, es el de una persona de 38 años que no presentaba ningún problema de salud y quien ha tenido que estar conectado a un respirador artificial durante tres semanas.
Hasta ahora los expertos coinciden en prevención: higiene, constante y dedicada; cuarentena y reporte al MINSA (Línea 113), si se presentan algunos síntomas y se ha tenido contacto con alguien de los países infectados o de los casos confirmados en el Perú; trabajo desde casa siempre que se pueda o si se tienen síntomas de resfrío o gripe. Tampoco es recomendable visitar espacios cerrados o muy concurridos. Si toses o estornudas, cúbrete la boca y la nariz. No saludes dando besos ni la mano, con un hola basta. Lo básico, pero cuánto nos está costando.
Si esto avanza para mal, la próxima medida del gobierno debería ser la cuarentena. Por ahora, debería empezar a hablarle a los peruanos con la verdad, sin caer en especulaciones, pero tampoco en banalizaciones. Corea del Sur, uno de los países que mejor está enfrentando la epidemia sin valerse del encierro es ejemplo de eso. Sus ciudadanos saben qué hacer y qué esperar mientras se encuentran soluciones.
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El COVID-19 no se va a ir pronto. Por ello debemos aprender rápido y adaptarnos. Y de alguna manera lo estamos haciendo: en China y Corea los casos están disminuyendo, en otros países los focos permiten hacer un seguimiento epidemiológico detallado, ya hay prototipos de vacunas, etc. Pero debemos ser aún más solidarios. Esto no es un sálvese quien pueda, sino todo lo contrario. Es un seamos responsables y mantengámonos unidos para salvar a los más vulnerables.
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