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Por Milagros AgurtoNutricionista y coach
Soy una amante del café y justo mientras pensaba qué podía escribir, iba escuchando un disco de jazz cantado por Armando Manzanero. De pronto se hizo la luz. Empezaron las melodiosas notas de una canción que me fascina y más o menos dice así: ‘Tomando un café te conocí… y es que el café une a las almas y a la gente, tomando un café hablo de ti o simplemente te recuerdo. Tomando un café fue que te amé, café, bendito café’. Mientras acompañaba a Manzanero cantando, ¡osadía la mía!, me quedé con la frase: ‘No sé qué haría si no hubiera una taza de café…’. ¡Aleluya! De eso se tratará entonces esta página, del café y todo lo que encontramos en ese grano bendito. Pero para amarlo hay que conocer su historia.
Herencia árabe Fue en Etiopía, en la provincia de Kaffa, donde el cafeto tuvo su origen. Algunas historias cuentan que unas cabras que mascaban las cerezas rojas de café tenían un comportamiento animado que asombró a su pastor. Otras historias narran que los esclavos que trasladaban el café por el puerto de Moca -desde Sudán hacia Yemen y Arabia- solían comer la parte carnosa de la cereza. Las autoridades de Yemen alentaban el consumo de café porque preferían los efectos de esta cereza a los del ‘kat’, un arbusto del cual se masticaba las hojas y brotes, considerados como un estimulante.
Los primeros ‘coffee bar’ o establecimientos de café se abrieron en La Meca y se llamaban Kaveh Kanes. Se extendieron muy rápidamente por el mundo árabe y se convirtieron en lugares concurridos donde abundaban los juegos de mesa, los chismes, los negocios y la cultura. Algunos eran lujosamente decorados, cada uno con su propia personalidad, pero en donde todos se juntaban alrededor de una taza de café.
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Salud con café Según investigadores de la Universidad de Navarra, el café preparado en cafetera expreso presenta mayor capacidad antioxidante que el preparado en cafetera italiana, prensa francesa o con filtro.
Algunos estudios sugieren que el café ayudaría a disminuir la depresión y estimular la concentración (puede aumentar el rendimiento en los estudios hasta en un 10%).
Café y diabetes: Estudios publicados sugieren que el consumo de café está asociado a una disminución del riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Café y alzhéimer: Se comparó a bebedores moderados de café (unas dos taza al día) con consumidores esporádicos de café (menos de una taza al día) y se llegó a la conclusión de que aquellos que bebían más café tenían mucho menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante.
Café y párkinson: Un estudio comparó consumidores de unas 3,5 tazas de café al día con otras personas que no consumían café. Los que consumían esta bebida tenían menos probabilidades de contraer la enfermedad de Parkinson en el futuro.
Café y ácido úrico: Un estudio llegó a la conclusión de que el consumo de café está asociado a una disminución del ácido úrico en la sangre.
Café y corazón: En un estudio para evaluar la capacidad antioxidante de las tres bebidas no alcohólicas más comunes que contienen polifenoles (café, té y chocolate), y que estaba basado en la capacidad de proteger de la oxidación a las LDL (lipoproteínas de baja densidad) in vitro, se encontró el siguiente orden decreciente: café soluble > chocolate > té verde > té negro > té de hierbas, que coloca al café en un sitio privilegiado. Los ácidos clorogénico, fenílico y cafeico tienen propiedades antioxidantes in vitro, que podrían contribuir a la prevención de enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo prepararlo?
Las variedades de café más comunes son la arábica y la robusta, de donde se obtienen la gran mayoría de los cafés que tomamos.
Para preparar café correctamente, lo primero es elegir uno bueno. Si tienes una cuchara medidora de café, utiliza por cada cucharada una taza de agua, para que salga con el sabor exacto. La cafetera debe estar limpia. Los expertos sugieren que una vez elaborado el café se elimine los restos. Dejar el café lo impregna de sabores y aromas desagradables que pueden mezclarse con la siguiente preparación.
El café debe tomarse recién hecho. Jamás hay que prepararlo para calentarlo más tarde o en los días que vienen, eso deteriora su calidad y sabor, y muchos de los antioxidantes también se pierden. La regla de oro: nunca se debe recalentar el café. Por eso debe prepararse la medida exacta.
El entorno es importante. Hay que cuidar las tazas en las que se sirve, el ambiente, la compañía y la música (si es que se va a poner) para que este ritual de beber café sea realmente un momento apasionante.
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