Llegó el día. Luego de todas las especulaciones por la polémica desatada, tras los pronunciamientos del príncipe Harry en contra de su familia, la realeza británica, este sábado Carlos III fue coronado como el nuevo rey del Reino Unido, junto con su esposa Camila, como reina consorte.
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Como es tradición, la Abadía de Westminster fue el escenario para el histórico evento, que contó con 2.300 invitados, entre los que destacan otros monarcas, celebridades y líderes mundiales.
En primera fila, estaban William y Kate, príncipes de Gales, junto a sus tres hijos: el príncipe George, de nueve años; la princesa Charlotte, de ocho; y el príncipe Louis, de cinco. También se encontraban, Eduardo, príncipe de Edimburgo y hermano del rey, y su esposa Sofía de Edimburgo, junto a sus hijos Lady Louise y James. Otro en primera fila fue Tom Parker-Bowles, hijo de la reina Camila.
La princesa Ana y su esposo Tim Laurence también estaban adelante. Mientras que en la tercera fila estaban, el príncipe Harry, así como el príncipe Andrés, junto a sus hijas Eugenia y Beatriz, cada una con sus respectivos esposos.
Medios internacionales destacan que el rey Carlos III rompió la tradición ostentosa de sus predecesores. El monarca vistió un atuendo similar al de un sacerdote y de tono dorado. La Reina Camila lució un vestido blanco de mangas largas, forrada de pedrería plateada y dorada.
El rey y la reina llegaron a la abadía tras una procesión en carroza desde el Palacio Buckingham. No solo vieron en el camino a quienes los ovacionaban, sino también a protestantes que proclamaban: “No es mi rey”.
Juramento y coronación
La misa de coronación la ofició el arzobispo de Canterbury, quien fue el encargado de hacerle el juramento al rey.
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“¿Prometeréis y juraréis solemnemente gobernar a los pueblos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte según sus respectivas leyes y costumbres Ley y Justicia?”, preguntó el arzobispo, según reseñó la Cadena Ser.
“Todo esto prometo hacer”, juró el rey con la mano sobre la Biblia.
En el tan esperado momento cuando le pusieron la corona de San Eduardo, sonaron seis cañonazos, según reseñó The Sun.
El príncipe William besó a su padre el rey y le juró lealtad. Luego, del acto, salieron en procesión al Palacio de Buckingham, donde hicieron el tradicional saludo desde el balcón.
Tensión familiar
Sin embargo, el histórico momento se vio empañado por las tensiones familiares, luego de que el príncipe Harry hiciera polémicas revelaciones en su serie de Netflix y en su libro ‘Spare’.
Los medios de comunicación más que estar pendientes del acto y del rey, tenían sus focos en el irreverente príncipe, quien estaba sentado en tercera fila. No dejaban escapar la más mínima reacción entre él y el resto de la familia real. Todos estaban pendientes de él.
Por supuesto, Harry fue uno de los grandes protagonistas, y no precisamente porque ocupó un lugar importante en el protocolo de coronación, sino por toda la polémica que desató al separarse de la realeza y exponer las diferencias de él y su esposa Meghan, para con la familia real.
Como ya se esperaba, el hijo menor del rey Carlos III entró solo. Por mucho que disimulaba, sus gestos desde la tercera fila denotan mucho. Miraba de reojo a su hermano, el príncipe William, y prácticamente solo se limitó a conversar con sus primas Beatriz y Eugenia, así como con los esposos de cada una de ellas.
En ningún momento se le vio hablando con su hermano o con la esposa de éste, tampoco con el rey Carlos III, ni con la reina. No fue al Palacio Palacio de Buckingham. Apenas terminó la ceremonia, se fue al aeropuerto, probablemente a Estados Unidos, a celebrar el cumpleaños de su hijo Archie, quien está de cumpleaños este 6 de mayo.