ISLAMABAD (AP) — En las afueras de Islamabad, hombres corpulentos se entrelazan en un scrum sobre una cancha de rugby que ha visto mejores días. El letrero en el que está escrito el nombre del club está desgastado. El uso de los reflectores es demasiado costoso, dados los elevados precios de la electricidad y los irrisorios 135 dólares que la institución recibe cada mes en cuotas de sus miembros.
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Mientras veía a los jugadores, el entrenador Mohamed Zahir Uddin dijo tristemente: “En Pakistán sólo hay un deporte”.
Ese sería el cricket, el deporte más popular del país, un coloso en lo que respecta a patrocinios, derechos de transmisión y cautivar la imaginación del público.
El cricket ha eclipsado totalmente a otros deportes, incluso algunos en los que Pakistán sobresalía. El hockey sobre pasto, el deporte nacional, impulsó una vez al país al oro olímpico y la gloria mundial, pero su popularidad y la participación del público han decaído. Pakistán dominó el mundo del squash durante décadas, pero ahora sólo es una sombra de lo que fue.
Las perspectivas son aún más sombrías para un deporte como el rugby, que en Pakistán no tiene una época de oro ni héroes.
“No hay el respaldo que debería haber de parte de los organismos en términos de financiamiento, de difusión”, dijo Hammad Safdar, capitán de la selección nacional de rugby de Pakistán. “La mayor parte de los deportes tienen el mismo problema. Es por eso que, en cuestión de desempeño, cuando se enfrenta una prueba en las fases avanzadas, tenemos carencias porque no hay cimientos”.
Pakistán será sede de los Juegos del Sudeste Asiático el año próximo, el torneo deportivo de mayor envergadura en efectuarse en el país en 20 años. La última vez que lo albergó obtuvo 143 medallas, 38 de ellas de oro. Pero años de desatención a los deportes podrían afectar el número de medallas que obtenga en esta ocasión.
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Los partidarios de los deportes opacados por el cricket dicen que éstos carecen del ambiente para prosperar u obtener primeros lugares, ya que hay una falta de inversión e interés. Incluso el fútbol, popular en todo el planeta, pasa apuros en Pakistán. Disputas internas e interferencia gubernamental han derivado en suspensiones ordenadas por la FIFA, retrasando su crecimiento en el país y sus posibilidades en el extranjero.
Pakistán, con una población de 220 millones de habitantes, tiene un presupuesto deportivo nacional de unos 15,3 millones de dólares, mucho más bajo que otros en la región. La Junta de Deportes de Pakistán, que supervisa todos los deportes en el país y sus federaciones, no respondió a solicitudes de entrevistas.
El rugby no recibe dinero gubernamental, pero sí una subvención del World Rugby, el organismo rector de este deporte a nivel mundial. Si requiere más, le pide al presidente de la Unión de Rugby de Pakistán que le dé de su bolsillo.
La cancha nacional de rugby en la ciudad oriental de Lahore se encuentra en terrenos del Ejército. Carece de vestuarios. No tiene gradas, por lo que los organizadores rentan sillas para los torneos. Shakil Malik, entrenador de desarrollo de rugby, concede que es difícil atraer financiamiento si no hay resultados, pero a su vez hace notar que es difícil obtenerlos si no hay financiamiento.
El cricket, que no recibe fondos gubernamentales, tiene un presupuesto de unos 66 millones de dólares. Alcanzó la estratósfera de popularidad con un triunfo en la Copa Mundial de 1992 por parte de una selección paquistaní capitaneada por Imran Khan, que posteriormente ingresó a la política y fue primer ministro de 2018 a 2022.
Pakistán nunca ha dominado el mundo del cricket como solía hacerlo en el del squash y el hockey; sólo ha ganado dos campeonatos mundiales, y la selección nacional es notoriamente impredecible. Pero es un gran negocio con infraestructura para cultivar el talento, sed de construir un imperio, un comercialismo rampante y un suministro constante de partidos internos e internacionales para la televisión. Está tan imbuido en la vida paquistaní que el primer ministro aprueba el nombramiento del presidente de la junta de cricket.
Su ascenso en la década de 1990 coincidió con el principio del fin para la edad de oro del hockey y el squash.
Pakistán fue la superpotencia del squash durante décadas, y para 1963 ya había ganado el Abierto Británico 17 años consecutivos. Específicamente, una familia, los Khan, dominó el deporte. El último de la dinastía — Jahangir Khan, una máquina de blandir la raqueta y ex número 1 del mundo— se mantuvo invicto durante cientos de duelos. Ganó el Abierto Británico durante 10 años seguidos hasta su última victoria en 1991.
Khan le dijo a The Associated Press que incluso él no entiende cómo fue que la familia acumuló tantos trofeos de la forma en que lo hizo, sin facilidades ni inversión.
“Incluso en la actualidad, el nombre de Pakistán viene primero en el squash, y lo mismo el nombre de esta familia”, declaró en el complejo de squash que lleva su nombre en Karachi.
Le duele su declive. En la actualidad Pakistán se ubica en el sitio 65 en los ránkings mundiales de squash. Kahn dijo que el deporte no logró seguir construyendo a partir del legado de su familia.
Alega que la mala administración lo ha socavado y que los jugadores necesitan mostrar más logros para atraer patrocinios.
“Si la gente ha establecido un parámetro, depende de ti sacarle el máximo provecho y construir a partir de él. El financiamiento no es una solución. Produjiste un campeón mundial cuando no tenías nada”, manifestó.
Y también está el dominio del cricket. “No es necesario tener a todo el talento jugando una (sola) cosa”, agregó.
En la época de oro del hockey sobre pasto, decenas de miles de personas acudían a ver partidos, dijo Samiullah Khan, un jugador que ayudó a que Pakistán ganara un montón de medallas en ese deporte en los Juegos Olímpicos, la Copa Mundial y los Juegos de Asia hasta la década de 1990.
“Me duele” ver el estado actual del hockey, manifestó. Dijo que los equipos de Pakistán no se ajustaron a modificaciones como los cambios a pasto sintético y del reglamento en Europa que, desde su punto de vista, transformaron el deporte en un “desorden en el que cualquiera puede participar”.
“El hockey se volvió como cualquier otro deporte, como el rugby. La fuerza se fue, la habilidad se fue”, lamentó.
Pero hay esperanza y amor que perdura por el hockey. En un suburbio de Karachi, aproximadamente una docena de mujeres jóvenes se colocan su equipo protector para un entrenamiento en un equipo de la Asociación de Hockey de Karachi.
Kashmala Batool, de 30 años, ha estado jugando hockey casi la mitad de su vida. “Es nuestro deporte nacional”, señaló. “A pesar de no recibir apoyo ni financiamiento gubernamental, el goce que obtenemos al jugar nuestro deporte nacional no puede ser hallado en ningún otro”.
Shazma Nasim, la portera, comenzó a practicarlo en la universidad y lleva cinco años jugando a nivel nacional. Ve el entusiasmo que sus padres aún tienen por este deporte y siente una obligación de mantenerlo vivo.
“Definitivamente es nuestro trabajo, (luego de) haber jugado hockey tan bien, habernos hecho un nombre en él, de forma que las generaciones futuras sepan acerca del hockey, de que este también es un deporte”, declaró.