CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La jornada inicia desde temprano, ya sea con el paladar feliz de saborear unos tamales o con el alma en paz por haber recibido la bendición para el querido Niño Dios.
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Como cada año, los mexicanos celebraron el 2 de febrero el Día de la Candelaria, que marca el fin de los festejos navideños para la comunidad católica.
En distintos lugares del mundo esta festividad recuerda la purificación de la Virgen a 40 días del nacimiento de su hijo, a quien presenta en la iglesia, pero en México suele ser un día en el que los devotos llevan a iglesias a bendecir figuras que representan a Jesucristo recién nacido.
Para ello suelen vestir a sus niños Dios —que en ocasiones llevan décadas en la familia— a la manera de algún santo o con un atuendo que se relacione con un milagro que quisieran recibir. En otros casos el ropaje es blanco o beige y se considera de gala, por lo que se adquiere específicamente para la ocasión.
Durante la Candelaria las familias suelen reunirse para ir a misa, bendecir a su Niño Dios y comer tamales, ya sea por la mañana o por la tarde.
En el barrio de Xochimilco, al sur de Ciudad de México, la fiesta adquiere un matiz especial, pues el mismo día se realiza el cambio de mayordomía, como se conoce a la responsabilidad anual que adquiere una familia sobre una imagen que se considera sagrada.
Para los habitantes de la zona esa representación del hijo de Dios se conoce como Niñopa, a quien consideran su patrón.
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Nadie sabe con certeza quién talló a esta figura de madera que data del siglo XVI, pero se cree que fue hallada cerca de la catedral de Xochimilco después de la conquista española. A la fecha se le considera milagrosa y sus devotos suelen rezarle cuando un familiar enferma y esperan su recuperación.
Por su antigüedad, la pieza religiosa es restaurada año con año en la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural. En esta ocasión, los restauradores trabajaron en ella durante un mes hasta tenerla lista para este 2 de febrero.